El saludo del famoso: el gesto cordial de las celebridades catalanas
Cataluña es un país pequeño donde los famosos se conocen todos. Quizás no personalmente, pero, más o menos, las celebrtidades se identifican rápidamente entre ellas aunque pertenezcan a ámbitos muy diferentes. Mientras que en Madrid Isabel Díaz Ayuso presumía de la ciudad asegurando que te podías pasear tranquilamente sin encontrarte con tu ex, en Catalunya es más fácil que un famoso tropiece con otro famoso de casualidad, cuando están fuera de servicio, en horas en las que, supuestamente, ninguno de los dos está ejerciendo como tal sino que procuran hacer vida de persona anónima. Han salido a la calle a hacer un encargo, están cenando en un restaurante de su barrio o están haciendo cola para ver un concierto y chocan con otro famoso. Quizá coincidan en el vestíbulo de un teatro antes de una función, en una cafetería, pagando el ticket en un parking, esperando las maletas en la cinta de un aeropuerto o en el taller del mecánico. El encuentro tiene una gracia añadida cuando ambos famosos no han sido presentados con anterioridad. Nunca han hablado, no han participado en ninguna actividad conjunta, ni el trabajo les ha hecho coincidir en ningún acto relevante. Sencillamente, se encuentran por primera vez en un espacio indefinido, neutral, en el que ambos se limitan a desarrollar su papel de ciudadano.
Al cruzar las miradas, se identifican. Quizás se han visto uno a otro por televisión o se han escuchado en la radio, saben qué película acaba de estrenar el otro, o qué premio ha recibido, o qué disco acaba de sacar, o qué canción le catapultó al éxito. Entonces se acerca el magnífico momento de la comedia. Toca ejercer. Ambos personajes son conscientes de que ha llegado el momento de reconocer la condición de famoso del otro y, por tanto, también la propia. Nuestros protagonistas cogen aire, interiorizan su papel de celebrdad y comienzan el ritual. La hora del divertido fenómeno conocido como el saludo del famoso, que acontece sobre todo cuando ambos son hombres. Normalmente, uno de los dos se anticipa un poco y el otro corresponde enseguida. Suele ser un gesto inicial ejecutado con timidez, no sea que, por las razones que sea, el otro famoso no tuviera ganas de interactuar. Si todo va bien y aceptan el baile, el primer estímulo es prácticamente simultáneo. Un pequeño movimiento con la cabeza, una sonrisa o la modificación de la trayectoria para acercarse a su interlocutor. Se saludan de forma cordial y discreta y entonces se produce la magia: comienzan la conversación como si se conocieran de toda la vida. Rompen el hielo sobre las circunstancias personales que les han llevado hasta allí.
El Famoso 1 explica que le regalaron las entradas para el cumpleaños, o que está cansado porque acaba de dar un vuelo de once horas o que se le ha estropeado el coche por tercera vez en los últimos meses. El Famoso 2 muestra empatía por sus circunstancias y expone también las suyas. Luego pasan a la etapa de reconocimiento del otro. El Famoso 2 le comenta: "Te vi en..." o "Just ayer leía la entrevista que te hicieron en...". Y el Famoso 1 asiente y demuestra que el interés es recíproco: "Una mañana oí que comentabas que..." o "Ostras, ese dúo que hiciste con la...". A continuación, recuerdan a algún amigo o conocido que tienen en común: "Siempre me habla de ti Enric de Cal Jonc, que se ve que vas de vez en cuando, por allí". ¡Los dos se dan cuenta de que tienen tanto en común! "Un tipo muy firme" o "Un tío muy normal" piensan el uno del otro. Y, finalmente, se despiden contentos de haberse conocido emplazando a comer en Cal Jonc más adelante. "Ya le diré a Enric, que estará contento". Hay cierta vanidad en el ritual, la confirmación del estatus. Pero puede ser el inicio de una gran amistad. La amistad del famoso. Aquel que después de un primer encuentro casual y una conversación superficial, el Famós 1 le dirá al Famós 3: "Por supuesto, con el Famós 2 somos muy amigos".