El análisis de Antoni Bassas: 'Marta Ferrusola, adiós al carácter de una época'

El más sacrificado y el más pedestre se mezclan en su biografía. En 1960 le dice a Jordi Pujol que no se retracte ante el consejo de guerra. En 2015 la comparecencia en el Parlament de Marta Ferrusola muestra a la mujer combativa de siempre pero desconectada de la realidad

Día lleno de noticias importantes. Marta Rovira ha dicho esta mañana que querría volver el sábado a Catalunya, y acabar así seis años y medio de exilio en Suiza.

Y esto sería posible porque Rovira ya no puede ser encarcelada. Ayer, el juez García-Castellón se vio obligado a archivar la causa en la que pretendía procesarla por terrorismo por el Tsunami Democrático.

La causa se cae por un error en la instrucción. García-Castellón abre la causa, la tiene muerta de asco en un cajón, no cita a nadie a declarar y cuando ve que habrá amnistía, acusa de terrorismo a Puigdemont y compañía, porque el terrorismo no se puede amnistiar. Ahora la Audiencia Nacional le dice que toda la prórroga que hizo no vale.

García-Castellón no ha tenido más remedio que encerrarse él mismo la causa porque su pifiada procesal fue monumental. El abogado de Puigdemont, Gonzalo Boye, se dio cuenta y presentó el recurso que ahora ha sido querido. Es importante notar que mientras Rovira podría volver, el caso de terrorismo de Puigdemont también depende del Tribunal Supremo porque es aforado. Lo normal sería que también cerraran el caso, pero tratándose de independentistas, “normal” y “Supremo” son dos sustantivos que no van juntos. De hecho, en el entorno de Puigdemont creen que el archivo de García-Castellón ha sido la forma de ahorrarse la aplicación de la amnistía.

En un tuit de esta mañana, Puigdemont dice que los jueces sabían que “la acusación de terrorismo era delirante, y cuando la causa ya no daba más de sí y estaba condenada al fracaso, la han lanzado a la papelera. Ellos, no la ley de amnistía contra la que están en actitud de rebeldía”.

Y es hoy noticia también que Marta Ferrusola falleció ayer al mediodía en su casa, en la avenida general Mitre de Barcelona, ​​rodeada de sus hijos y junto a su marido, el presidente Jordi Pujol. Así lo dispuso el médico que le ha estado atendiendo en estos últimos años de Alzheimer, evitándole ensañamientos terapéuticos inútiles y facilitando los cuidados paliativos en la intimidad y la compañía del núcleo familiar. La noticia trascendió por la noche porque la familia estaba esperando la llegada de uno de los hermanos, que estaba fuera de Catalunya.

Ferrusola tenía 89 años y llevaba 68 casada con Jordi Pujol. Una mujer fuerte, lo suficientemente fuerte para saber dar un paso atrás en público pero gobernar a la familia ante la evidencia del padre y el marido ausente. En una época en la que el hábitat normal de las mujeres era la gestión doméstica, tuvo personalidad suficiente para ser “la Ferrusola”, para tener agenda de primera dama, para hacer vida de partido, para que todo el mundo supiera que tenía carácter y una visión conservadora, católica y mucho más independentista que la de su marido, líder de CDC y presidente de la Generalitat durante 23 años. El más sacrificado y el más pedestre se mezclan en su biografía. En 1960 le dice a Jordi Pujol que no se retracte ante el consejo de guerra, juicio militar durante la dictadura, que le condenará a siete años de cárcel. En el 2015, tras la confesión de la deja del abuelo Florenci, la comparecencia en el Parlament de Marta Ferrusola muestra a la mujer combativa de siempre pero desconectada de la realidad y de la percepción de la sociedad sobre su familia cuando dijo lo que no tenían ni cinco y que sus hijos iban con una mano delante y otra detrás. Jordi Pujol, que hace un mes cumplió 94, se despidió ayer de su mujer con resignación.

Día lleno de importantes noticias, con dos mujeres de protagonistas.

Buenos días.

stats