Alimentación infantil

El azúcar que toman los niños: ¿cómo gestionarlo?

Los lácteos y la fruta entera son las fuentes ideales para la obtención de azúcares

BarcelonaQue los niños no tienen que tomar azúcar es una afirmación sobradamente conocida. Ahora bien, la realidad da cifras muy diferentes: según la Asociación Americana del Corazón, los niños de entre 2 y 18 años tienen que comer diariamente menos de 25 gramos de azúcar, pero un estudio hecho por esta asociación en 2017 constataba que el consumo de azúcares totales era de 91,6 gramos. Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) aconseja un consumo de azúcares simples inferior al 10% del valor calórico total de la dieta, y preferiblemente por debajo del 5%. Las consecuencias de una sobreingesta de azúcar en la infancia no son pocas: según pone de manifiesto el investigador Pedro Ortega en un estudio de la Universidad de Jaén, el azúcar es el causante de enfermedades como diabetes tipo I y tipo II, de defectos genéticos, de enfermedades endocrinas, de enfermedades del páncreas y de infecciones, además de caries dental. ¿Cómo tenemos que gestionar la presencia de azúcar en la dieta de los niños?

1.
Sí a los azúcares naturales en una dieta equilibrada

En primer lugar, hay que reconocer el papel que el azúcar tiene en nuestro organismo. Según la Academia Española de Pediatría (AEP), el consumo de azúcares de forma equilibrada y natural con los alimentos que lo contienen "tiene propiedades positivas para el organismo", como el desarrollo de funciones cognitivas y el desarrollo de la actividad física. Y en este debate no todo el mundo tiene el mismo papel. No todos los azúcares son iguales, puesto que para empezar hay que tener en cuenta que los azúcares se encuentran de manera natural en muchos alimentos, como por ejemplo en los lácteos en forma de lactosa y en las frutas en forma de fructosa. Estos azúcares son importantes, pero hay que consumirlos en el marco de una dieta equilibrada. Por el contrario, muchos alimentos procesados y bebidas contienen azúcares añadidos, como sacarosa, y edulcorantes que aportan calorías sin nutrientes, y estos son los que hay que evitar a toda costa.

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2.
Cuidado con los edulcorantes

Los edulcorantes son aditivos alimentarios que aportan un gusto dulce pero "proporcionan muy poca energía", según la AEP. Si bien en los últimos tiempos se ha aumentado su consumo para prevenir las caries y la obesidad, la AEP diferencia entre los varios tipos que ofrece el mercado. Algunos son naturales (que a la vez pueden ser calóricos, como la miel y el jarabe de arce, y acalóricos, como la estevia) y otros artificiales (que también pueden ser calóricos, como los azúcares modificados, y acalóricos, como el aspartamo y la sacarina). Según señala el AEP, si bien la evidencia científica muestra que los edulcorantes "son seguros" en la población en general, incluyendo los niños, hay que usarlos con moderación. Ahora bien, "no es aconsejable el uso de edulcorantes en lactantes y criaturas de 1 a 3 años", añade.

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3.
Educación del gusto

Para contribuir a la reducción de los azúcares no naturales en la dieta de los niños hace falta educación gastronómica. Según una guía elaborada por el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGAHN), a pesar de que la preferencia por el gusto dulce es innata, "puede ser modificada o reforzada en exposiciones pre y posnatales". La lactancia materna puede estar asociada a más aceptación de nuevos alimentos (por la exposición a diferentes sabores además del dulce de la leche), pero de mayores la elección y preferencia de los alimentos no es solo genética sino que también "está condicionada por la disponibilidad de los alimentos y las influencias culturales de los padres".

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4.
Productos lácteos y fruta entera

Siempre que sea posible, según la ESPGAHN, el azúcar se tiene que consumir en su forma natural a través de la leche materna, la leche y los productos lácteos sin azúcar, como el yogur natural, así como la fruta fresca entera, en lugar de bebidas azucaradas, zumos de fruta, batidos y productos lácteos azucarados. "El azúcar se tiene que consumir como parte de una comida principal y no como aperitivo", avisan, y aseguran que a los niños no se les tienen que dar bebidas con azúcar ni animarlos a ir a dormir tomando bebidas o leche azucarada. Además, las bebidas que contienen azúcares y los batidos y alimentos a base de fruta se tienen que cambiar por agua (la bebida que es considerada principal) o por lácteos sin azúcar.

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5.
Leer las etiquetas

Según la Academia Americana de Pediatría, de media, el 17% de lo que consumen los niños cada día es azúcar. Para ayudar a cambiar esta proporción hay que establecer algunos hábitos, como leer las etiquetas nutricionales detenidamente, puesto que muchos alimentos enumeran los azúcares por separado; limitar los zumos de fruta, porque contienen más azúcar por porción que la fruta entera, y en general hacer comidas a base de ingredientes frescos y naturales, porque muy a menudo hay "fuentes ocultas de azúcar", como las salsas de tomate y los aliños.