Alumnos que se duermen en clase
BarcelonaTodos deberíamos dormir un poco más, sobre todo entre semana. Lo que no es normal es ver las caras de algunos alumnos a primera hora de la mañana. Sin contar quienes directamente se quedan dormidos o llegan tarde. Muchos se levantan solos en casa y con las prisas no desayunan y tampoco tienen tiempo de prepararse para comer a la hora del patio.
De entrada, ponen la cabeza sobre el pupitre, sobre todo si ya se nota la calefacción, y, literalmente, duermen. A mí me gusta preguntarles por qué entran en clase como almas en pena. Las respuestas (cuando despiertan) son bien elocuentes. Van a la cama demasiado tarde o escandalosamente tarde. ¡A las dos oa las tres de la madrugada! Algunos diría que se duermen por accidente, no por voluntad. Y la principal razón se debe a que después de cenar estos alumnos no tienen ningún tipo de control con las pantallas.
Desgraciadamente, hay demasiados padres que se acuestan sin asegurarse de que sus hijos hayan apagado los móviles, las tabletas o los portátiles. A veces lo hacen, pero el aparato sigue dentro de la habitación y la tentación es muy grande para un adolescente. Evidentemente que el rendimiento escolar se resiente ya los tutores nos toca hacer una pedagogía familiar que con algo de sentido común podríamos ahorrarla.
Las macetas se asemejan a las ollas
Pero el dicho es bueno, y por eso las macetas se asemejan a las ollas. Algunos alumnos sobreviven porque pasan las tardes durmiendo y tienen el horario de descanso totalmente alterado. Caso aparte son los que tienen familia en la otra punta del planeta. A veces me cuentan que charlan con ellos, pero siempre con la hora buena americana. Una de las excusas más elaboradas por parte de los alumnos para no perder el control del móvil es decir que le necesitan como despertador. Sin duda es así, los mantiene despiertos, pero sin pasar por el descanso imprescindible. Muchos padres aceptan esta función tramposa del despertador y no se dan cuenta de la tomadura de pelo.
Con mis hijos lo tenemos claro aunque pide lucha y firmeza constante. Primero, en casa soy el último que se acuesta porque me aseguro que todos los dispositivos electrónicos estén bien apagados y guardados, y segundo, me levanto cada mañana con un despertador que funciona con pilas (recargables, que contaminan menos y no emiten ondas). Y nunca me ha fallado. Además, como estoy acostumbrado a acostarse ya despertarme siempre a la misma hora, mi propio cuerpo ya me hace abrir los ojos cuando toca. Que conste que no tengo ninguna comisión, pero en Navidad podría ser un regalo (bonito y barato) para nuestros adolescentes dormidos.