Balance de daños

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El Govern pagará un precio muy alto porque no ha sido capaz de transmitir con claridad cuál era su posición sobre la ampliación, y no ha podido hacerlo porque, antes de que Aena pusiera el proyecto encima de la mesa, no tenía una idea clara de lo que le convenía al país. Por eso se ha limitado a improvisar. Sería bueno que el Govern evitara que esto vuelva a pasar, cosa que exige poner en marcha una reflexión seria sobre el modelo de país que propugna.

Si el daño reputacional es grave para el país y la ciudad, los daños reales son menores. Con las infraestructuras actuales el aeropuerto puede satisfacer las necesidades de una sociedad ambiciosa. Nos interesa converger con Zúrich, Copenhague o Estocolmo, y para ello no hacen falta 70 millones de pasajeros. Sí hay que doblar las conexiones transcontinentales, pero estas pueden satisfacerse desplazando vuelos de radio corto y aumentando mínimamente las molestias para los vecinos.

En cuanto a la pérdida de una obra de 1.700 millones, es negligible en un país que en cinco años ha construido por valor de 90.000 M€.

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