Luto perinatal

Una cuna para pasar más tiempo con el hijo perdido

Una pareja da al Hospital Trueta el primer dispositivo térmico de Catalunya que permite a las familias alargar la despedida

Barcelona / GironaNinguna madre o padre está preparado para despedirse de su hijo, y todavía menos pocas horas después de verle la cara por primera vez. Con todo, es una realidad que afecta a uno de cada cuatro embarazos. Anna Sánchez y Llorenç Ramon recibieron la peor noticia de sus vidas a las 38 semanas y tres días de gestación: el corazón de su hija Núria había dejado de latir. Era la primavera del 2021, le faltaba poco más de una semana para nacer, pero, repentinamente, la pareja tuvo que aceptar que, cuando salieran del Hospital Josep Trueta de Girona, lo harían con los brazos vacíos. "Estuvimos seis horas haciendo la despedida: con ella en brazos, cantándole, explicándole historias, haciéndole fotos, creando recuerdos muy bonitos", recuerdan. Después de haber pasado tantos meses esperando su llegada, les habría gustado estar un poco más con ella en su primer y último día, pero su pequeño cuerpo se deterioraba con el paso de las horas. Al cabo de un tiempo, y leyendo sobre el luto perinatal, una realidad históricamente invisibilizada, descubrieron que había una especie de cunas, llamadas Cuddle Cot, que mantienen la temperatura de los bebés y dan más tiempo a las familias que pierden a su hijo para decirle adiós. Era un recurso que los podría haber ayudado en el proceso de luto, pero en Catalunya no había ninguna cuando la necesitaron. Ahora sí.

Poco después de su pérdida, la pareja inició una campaña de crowdfunding con el nombre Els somnis de la Núria para recaudar los 3.500 euros que cuesta el dispositivo. Ahora, gracias a su gesto, el centro que los atendió, el Trueta, es el primer y único hospital del país que cuenta con esta cuna térmica, ampliamente implantado en Reino Unido. "Ojalá lo hubiéramos tenido nosotros con Núria, nos habría regalado algo más de tiempo con ella. Durante toda la vida te agarras a estos pequeños momentos que vivimos con ella", explican Anna y Llorenç. Su iniciativa ya ha ayudado a un par de familias que desgraciadamente han pasado por lo mismo. Como Laura y Albert, una pareja de Porqueres (Pla de l'Estany) que el pasado 22 de octubre también sintió el dolor más insoportable, el de perder a su hijo. Grèvol nació muy prematuro, a las 22 semanas y tres días de gestación, y no pudo sobrevivir.

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Laura había estado sufriendo pérdidas de sangre muy importantes por un gran hematoma que apareció fuera de la bolsa amniótica, justo en la zona más cercana al útero. A pesar de que no afectaba directamente al bebé, con el paso del tiempo se acabó desencadenando una lucha entre la acumulación de sangre, que crecía, y la bolsa. "Es habitual que un vaso sanguíneo se rompa en el útero, pero acostumbran a ser pequeños y se reabsorben de manera natural o salen en el parto con la placenta sin consecuencias para el niño. En nuestro caso, era demasiado grande y el lugar donde se había formado, problemático", explica la madre.

Al tercer ingreso por pérdidas en el Trueta, y a pesar de tomar medicación, empezaron las contracciones. Su cuerpo quería echar la sangre que se acumulaba por el hematoma, y eran tan violentas y seguidas que el útero se dilató demasiado y Laura parió. "Grèvol nació vivo. Era un bebé normal, completamente formado, pero más pequeño. Me lo pusieron encima del pecho y, diez minutos después, el pediatra tuvo que ponerle unos calmantes para que dejara de sufrir", relata Laura. 

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Decisiones complejas

La psicóloga de neonatología del Trueta, Natàlia Artigas, recalca que el golpe de perder un bebé, sea antes o después de nacer, deja a las parejas en estado de shock. "Ellos esperan vida y, de repente, tienen que encajar una noticia como la muerte", explican. Las familias tienen que tener la oportunidad de despedirse dignamente de sus hijos, y esta cuna es un recurso muy útil, puesto que preserva el cuerpo entre seis y ocho horas. Según Artigas, sirve para que las familias tengan más tiempo para tomar decisiones muy complejas. “Los padres tienen que pensar si querrán conocer a su hijo, si querrán cogerlo, si querrán que vaya el resto de la familia para que lo conozcan y se puedan despedir, si querrán hacerle fotos”, expone la psicóloga. También se puede utilizar en casos excepcionales. Por ejemplo, si un bebé nace a las 4 de la madrugada, cuando llega el hermanito por la mañana ya no lo puede conocer porque el cuerpo está deteriorado. O si hay complicaciones en el momento del parto y la madre está en reanimación, seguramente cuando se despierte ya no se podrá despedir del bebé. 

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"La enfermera enseguida nos preguntó si lo queríamos ver y le dijimos que sí. Lo había llevado seis meses dentro de la barriga y todo el tiempo del mundo era poco para despedirnos de él", recuerda la pareja. Gracias a la cuna térmica, pudieron estar desde las 7.50 horas hasta las 16 h. "A algunas personas les puede parecer macabro, pero son los únicos momentos que pudimos pasar con nuestro primer hijo", afirma Albert. La pareja recuerda nítidamente cada detalle de Grèvol –los deditos, las uñas, las cejas–, de esa personita que era perfecta, pero todavía demasiado pequeña para el mundo exterior. 

A pesar de estar destrozados, aseguran que están muy contentos de haber podido hacer uso de la cuna térmica y del trato que recibieron de los profesionales sanitarios del Trueta. "Nos permitieron alargar el momento todo el tiempo que necesitamos. Es cierto que en un momento dado tuvimos que decir el último adiós, porque cuando lo tienes en los brazos nunca es el momento idóneo, pero estamos seguros de que verlo y despedirnos nos ayuda en nuestro luto", explican. También destacan que el centro les prepara una cajita de los recuerdos, que incluye un bote para guardar el cordón umbilical, unas hojas con las manos y los pies estampados, la mantita y el gorrito que le pusieron al nacer, y una vela. "Este ha sido el peor momento de nuestras vidas y haber usado la cuna y tener esta caja en casa nos reconforta. No esperábamos que hubiera un protocolo tan bien montado y es de agradecer: cuando estás en shock no piensas en hacer fotos o coger huellas para tener recuerdos", agradece Albert. 

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El personal del Trueta también celebra y agradece la donación de Anna y Llorenç. “Ahora tenemos un espacio de tiempo más amplio para que las familias puedan tomar las decisiones más desde la calma que desde el estado de shock", destaca Artigas. También el cabeza de pediatría del hospital admite que ahora han entendido que lo más beneficioso es que cada familia tenga su tiempo y su espacio para hacer el luto. "Hasta ahora no le habíamos dado suficiente valor, pero nuestra sociedad afortunadamente está cambiando", dice. Para Anna y Llorenç, el trabajo solo acaba de empezar: mantienen la campaña de donativos abierta para recaudar suficiente dinero para comprar una segunda cuna. “Esperamos que sean las primeras de muchas, para que muchas familias puedan tener este tiempo tan valioso con sus hijos y tan importante para el resto de sus vidas”, dice la pareja, contenta.