David Pere Martínez, psicólogo: “Con las apuestas estamos repitiendo los mismos errores de los años 80 con las drogas”
Documentándose para Ludomorfina (Icaria), su primer libro sobre las apuestas deportivas, David Pere Martínez entrevistó a un hombre, ya maduro, que lo había perdido todo: “Su mujer descubrió que era ludópata el día que la policía judicial fue a desalojarlos del piso”. También conoció a menores de edad que pedían préstamos a escondidas con tarjetas de crédito de los padres hasta fundírselo todo. Este psicólogo social, que es director técnico en la ONG Episteme y coordina la Unidad de Políticas de Drogas de la UAB, reconoce que investigando las apuestas ha descubierto “un submundo que puede llegar a ser más peligroso que el de las drogas, porque las deudas que se generan son mucho más elevadas”. Hace muchos años que estudia el consumo de drogas, un ámbito en el que “una noche de fiesta ya es un trabajo de campo”, pero en el caso de las apuestas lo ha sorprendido encontrar un negocio bastante hermético que fluye a través de canales de Telegram donde los llamados tipsters –pronosticadores profesionales– comercian con la información. “Las casas de apuestas envían el mensaje perverso de que ganarás dinero sin hacer nada. Pero el gran engaño lo hacenlos tipsters. La mayoría son publicistas que hacen creer a los jóvenes que podrán convertirse en profesionales de las apuestas”.
Una de las principales conclusiones que ha sacado Martínez después de publicar una decena de libros sobre drogas es que “el simple prohibicionismo no lleva a ninguna parte”, y que hay que regular el uso con un análisis sensato. “Con el juego online estamos cometiendo los mismos errores que en los 80 con las drogas. Se decía que se luchaba contra la droga pero se acababa luchando contra el consumidor. El único mensaje era: o abstinencia o problemas. Y un planteamiento tan polarizado no es creíble”. Según él, el papel que tenían las drogas como ritual de paso al mundo adulto –“aquello de fumarse el primer porro”– lo ha ocupado ahora el primer smartphone. Y el acceso a internet es fácil que lleve en un momento u otro a las casas de apuestas, “que han colonizado el mundo del deporte a través de la publicidad”.
Y si la prohibición no es una buena solución contra las adicciones, ¿qué se tiene que hacer? Él habla, en primer lugar, de asumir que el juego es una actividad arraigada en la sociedad: “Josep Maria de Sagarra ya hablaba en sus memorias de niños que robaban para ir a jugar a ruletas clandestinas”. También de reducir los riesgos regulando aspectos concretos como la publicidad o los populares bonus de bienvenida que se promocionan a diestro y siniestro: “Con la droga había el famoso mito del hombre que te regalaba el primer porro a la puerta del instituto para que te engancharas. Yo a este señor no lo he visto nunca... Pero las casas de apuestas te regalan unos euros para que empieces a apostar y no se esconden, lo publicitan”.
De todas maneras, la gran batalla de Martínez, tanto en el caso de las drogas como del juego, es poner en valor la prevención y la pedagogía: “Con los jóvenes se tienen que trabajar las habilidades, la empatía, la presión grupal... Hace falta tiempo y hace falta dinero. Estos talleres de una hora que se hacen en las escuelas una vez al año no sirven para nada, solo para cubrir el expediente. No se gasten más dinero en esto, ¡por favor!”
Da la sensación de que las investigaciones alrededor del juego lo han atrapado. El ritmo con el que evoluciona la industria es muy alto. Y ahora tiene entre ceja y ceja los slots, unas tragaperras online donde el margen de beneficio es todavía mayor. “En la tragaperras del bar una tirada cuesta 20 céntimos. En los slots, en una tirada puedes perder 200 euros, y puedes hacer tres tiradas cada diez segundos. Calcula... Es una barbaridad”. Esto parece que dará para otro libro.