Barça

Los días más oscuros de Bartomeu

El expresidente del Barça, protagonista de varias polémicas que han erosionado la imagen institucional y deportiva del club

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Albert Nadal

BarcelonaEste lunes, los Mossos d'Esquadra han detenido al expresidente del Barça, Josep Maria Bartomeu; al exjefe del gabinete de presidencia del club, Jaume Masferrer; al actual CEO de la entidad, Òscar Grau, y al responsable del área jurídica, Román Gómez Ponti, en el marco de la investigación por el Barçagate. En este artículo publicado el pasado 11 de octubre, antes de la dimisión de la junta, repasamos los episodios más oscuros durante el mandato de Bartomeu al frente de la entidad azulgrana.

La espalda de Josep Maria Bartomeu se han ido haciendo ancha a lo largo de los más de cinco años vividos en la presidencia. El máximo dirigente azulgrana a menudo ha optado por el inmovilismo ante los diferentes fuegos que han quemado en los últimos años en la entidad azulgrana, respondiendo con breves comunicados en nombre del club y dando la cara en contadas ocasiones, con la confianza de que cuanto menos se hable públicamente de los problemas antes desaparecerán. El presidente tiene claro que la silla que ocupa implica estar expuesto a la crítica y encajar los golpes cuando las cosas van mal pero, después de más de un lustro en el cargo, la moción de censura evidencia que en la balanza pesan más los últimos escándalos y chascos deportivos que los éxitos. Atrás queda el triplete del año 2015 que lo catapultó a ganar las elecciones.

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La última temporada ha sido la del ocaso de Bartomeu y parece que su vestido de equilibrista ya está demasiado desgastado. Las 19.532 firmas validadas por la moción impulsada por el precandidato Jordi Farré y otros grupos opositores, y que el ex vicepresidente Albert Perrín ayudó a coordinar, convierten a Bartomeu y su junta en la tercera en toda la historia del Barça que tiene que afrontar un voto de censura. Solo un último intento desesperado recurriendo a la Guardia Civil puede parar el proceso si un juez lo requiere. Explicamos cómo se ha llegado hasta aquí cuando empieza una semana en la que, si la directiva no lo aplaza, tiene que celebrar una junta clave para definir sus pasos más inmediatos.

El 2-8 y el burofax de Messi

La deriva deportiva

Turín, Roma, Liverpool y Lisboa. Las bofetadas mayúsculas de los cuatro últimos cursos en la Champions han herido la autoestima de los socios, han evidenciado la falta de rumbo deportivo y empujaron a Messi a mandar un burofax para dejar el club. Los vínculos contractuales y, en palabras de Messi, la voluntad de “no ir a juicio” con el club se estima que han retenido al argentino en Barcelona. Bartomeu se limitó a calificar la derrota del 2-8 de una crisis únicamente “deportiva”, pero después del pulso planteado por Messi sí mostró disposición a dar un paso al lado. El cambio de entrenador a medio curso, el consiguiente choque Abidal-Messi y el epílogo traumático en Lisboa hicieron estallar la parcela deportiva, que desde la destitución de Zubizarreta en 2015 ha vivido cambios constantes, tanto de perfiles como de rumbo. Las desavenencias entre el vestuario y la cúpula azulgrana ya se arrastraban desde hacía temporadas. Algunas intervenciones de Piqué en las redes sociales o los mensajes en la despedida de Suárez son algunos ejemplos de ello.

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La revolución prometida por Bartomeu se ha concretado con la llegada de Koeman, la marcha de Abidal y las bajas de Suárez, Vidal, Rakitic, Semedo y Rafinha, además de las cesiones de Todibo y Wagué. Solo se ha cerrado una cara nueva después del 2-8: Dest. El resto son futbolistas que ya se habían fichado previamente o que vuelven después de una cesión. Que el método Koeman parece que funciona y que Messi haya decidido mandar un mensaje de unidad son dos bálsamos para Bartomeu, pero el cierre del mercado sin haber fichado a nadie y regalando a Rafinha al PSG suponen un nuevo suspenso. Coutinho parece que puede tener una segunda vida en Barcelona, pero las apuestas millonarias por Dembélé y Griezmann todavía no han cuajado.

El Barçagate

Indignación y dimisiones en la junta

Más allá de la pelota, el escándalo del Barçagate en las redes crispó el ánimo de la masa social. El Barça pagó un sobrecoste fraccionado –para evitar tener que recibir el visto bueno de la junta– por unos teóricos servicios de monitorización a una serie de empresas de currículum dudoso que ya habían hecho otras tareas difamatorias, como atacar el independentismo. A pesar de que Bartomeu se aferró a una lectura interesada de la auditoría de PwC para intentar cerrar esta polémica carpeta –Jaume Masferrer recuperó el cargo y, cuando la junta de Bartomeu dimitió, fue cesado por Carles Tusquets–, la justicia continúa investigando el caso.

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El Barçagate acabó de desgastar internamente a la junta entre los partidarios de Bartomeu y los que preferían que diera un paso al lado. Seis directivos dimitieron en bloque en abril y Emili Rousaud dejó en el aire la posibilidad de que alguien hubiera “metido la mano en la caja” en el caso de las redes. Rousaud se reafirmó en sus palabras en un acto de conciliación.

Casi un año después de que el programa Què t'hi jugues! de la Cadena SER destapara el caso, los Mossos d'Esquadra han detenido al presidente del Barça, Josep Maria Bartomeu; el exjefe del gabinete de presidencia del club, Jaume Masferrer; al actual CEO de la entidad, Òscar Grau, y al responsable del área jurídica, Román Gómez Ponti.

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El Espai Barça y la deuda

Cambia totalmente la financiación

La fórmula que se votó en 2014 para dar luz verde al Espai Barça (600 millones) ha quedado obsoleta. El faraónico proyecto que tendría que ser la principal herencia del mandato de Bartomeu experimenta numerosos retrasos y un giro total en la forma de pago. El Miniestadi se ha derrocado –ahora hay un solar vacío– y el estadio Johan Cruyff luce en la Ciutat Esportiva, también se han hecho algunas obras alrededor del Camp Nou y se han mejorado los sistemas eléctricos del estadio, pero la mayor parte de las obras todavía tiene que llegar. El club someterá a referéndum, previsiblemente durante el primer semestre del 2021, una nueva fórmula de financiación que consiste en un préstamo de 815 millones (725 del coste de las abres + intereses) a razón de 50 millones anuales durante veinticinco años. La entidad azulgrana acabaría pagando 1.250 millones que saldrían, según la junta, con los beneficios de explotación de las instalaciones.

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Paralelamente, la salud financiera del Barça vive una situación muy delicada. El club calculaba superar esta temporada los 1.000 millones en ingresos antes del coronavirus, que ha supuesto que el Barça deje de ingresar 200 millones de euros y cierre el curso con 97 millones de pérdidas. El Barça tenía estimado generar 2 millones de beneficios, cosa que evidencia el alto volumen de gastos de la entidad, que tiene una deuda bruta de 820 millones.

El 1 de octubre

Los equilibrios con la implicación del club

Otro punto caliente que ha erosionado el mandato de Bartomeu tiene que ver con la implicación del club, históricamente un motor de la actualidad política y social de Catalunya, con los acontecimientos que está viviendo el país en los últimos años. El 1 de octubre del 2017 la junta vivió un día frenético, con un intercambio constante de mensajes –tal como se relata en el libro El partit més llarg, que acaba de publicar el periodista Adrià Soldevila–. Viendo la dura represión policial durante las votaciones del referéndum de autodeterminación, Bartomeu y la junta –algunos de sus miembros fueron a votar y los hay que defendieron colegios– acordaron suspender el partido, pero la presión del vestuario –solo Piqué y Sergi Roberto consideraban que era mejor no jugar– hizo cambiar de parecer al presidente.

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El partido se acabó disputando a puerta cerrada, una solución híbrida que disgustó a muchos de los socios y colectivos soberanistas vinculados con el club. Dos directivos, Carles Vilarrubí y Jordi Monés, dimitieron. Los equilibrios que ha hecho el club desde entonces han ido desde una neutralidad estéril –pancarta DRE: diálogo, respeto y deporte– hasta un posicionamiento más firme en los últimos tiempos, como cuando el club emitió un comunicado condenando la inhabilitación de Quim Torra.

Caso Neymar

La marcha y los litigios

El fichaje de Neymar ha estado vinculado con la polémica desde el primer día que el brasileño pisó el club. Con Sandro Rosell de presidente y Bartomeu de vicepresidente, el Barça fue condenado por la Audiencia Nacional en 2016 por haber defraudado a Hacienda de manera deliberada para abaratar el coste del fichaje. El pacto entre el club y la Fiscalía delimitó que el Barça, como entidad jurídica, asumía toda la responsabilidad del caso y, por lo tanto, se hizo cargo de una multa de 5,5 millones de euros y dejaba libres de culpa al expresidente Rosell y Bartomeu. Un año más tarde, el verano del 2017, Neymar se fue al PSG a cambio de 222 millones, el importe de su cláusula, después de que el entonces vicepresidente Jordi Mestre afirmara que el brasileño se quedaba “al 200%”. Estas palabras empezaron a erosionar a Mestre, que el verano del 2019 acabó dimitiendo, en buena medida, debido a desavenencias con el área deportiva de la junta.

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Neymar es protagonista de dos litigios más. En el caso Neymar-DIS, el fondo brasileño que tenía el 40% de los derechos del futbolista cuando jugaba en el Santos presentó una denuncia por estafa porque se consideraba engañado por la cantidad que percibió por el traspaso del jugador. En junio del 2019 la Audiencia Nacional decidió enviar la causa a los juzgados de Barcelona y sigue abierta. El tercer litigio entre el club y el jugador lo ganó el Barça. El futbolista había reclamado 43 millones que consideraba que le correspondían de una prima de renovación, pero que el club no le pagó porque se fue al PSG. Finalmente, la justicia dio la razón al Barça y condenó a Neymar a pagar 6,7 millones al club.