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Por qué el mejor central del Barça es el que menos juega

Andreas Christensen, indiscutible con su selección, aún no ha logrado tener continuidad con Hansi Flick

Andreas Christensen, en un reciente entrenamiento con el Barça

BarcelonaSe ha marchado Iñigo Martínez. Ronald Araujo ha tenido que parar de forma indefinida por un cuadro de ansiedad. A Eric Garcia se le necesita también en el mediocentro. Gerard está actuando como central de emergencia. Son condicionantes sensibles al eje de la defensa y hay un futbolista –"con las capacidades para ser el mejor central de la plantilla", como valora en el ARA alguien que ha trabajado en el día a día– que está sentado en el banquillo partido tras partido. "Cubarsí no tiene mejor salida de pelota que él, pero uno se atreve más y el otro, no", apunta una persona. "Era mejor que Iñigo, pero uno salía a comerse el partido y el otro a veces tiene más miedo", dice otra. ¿Por qué Andreas Christensen no juega más en el Barça de Hansi Flick? No sólo las lesiones y molestias físicas tienen la explicación.

Después de dos temporadas acumulando muchos minutos de calidad con Xavi Hernández y siendo un actor imprescindible para ganar la Liga 2022-2023, con Flick no ha logrado tener continuidad –solo tres titularidades– pese a los numerosos cambios en la defensa. En cambio, con Dinamarca lo juega todo: disputó enteros los dos partidos del último parón por selecciones.

La primera temporada de Christensen con el alemán fue un calvario: se la pasó lesionado casi entera. Tras disputar la última media hora del estreno en la Liga, en Mestalla, una tendinopatía en el Aquiles izquierdo, de la que tuvo que ser intervenido, le tuvo más de cuatro meses de baja. Gracias a ese diagnóstico, el club pudo inscribir a Dani Olmo. El regreso no fue fácil y las lesiones en el sóleo, de donde sufre a menudo, no tardaron en aparecer y no pudo jugar casi hasta el final del curso. En resumen, sólo participó en seis partidos con el Barça.

Hay futbolistas que son más resistentes o menos sufridores con respecto a las molestias. No es el caso de Christensen, a quien el sóleo a menudo le ha dado la coz. Ahora bien, si el danés no juega más en el Barça no es sólo porque les warnings físicos se le enciendan con facilidad. Las fuentes consultadas por este diario exponen que también existe una cuestión psicológica, vinculada a la gestión de la presión ya la autoconfianza.

Pese a tener un talante diferente que Araujo –a Christensen también le quiere en el vestuario, pero es mucho más introvertido–, ambos comparten una elevada inquietud en cuanto al miedo a equivocarse. Rindieron a un nivel muy alto la campaña 2022-23, hasta el punto de que había ofertas de la Premier que llegaban hasta los 80 millones para llevarse al uruguayo. Actualmente, Araujo ha pedido detenerse por un cuadro de ansiedad tras la expulsión en Stamford Bridge, pero la crisis venía ya de lejos.

La presión con el Barça es distinta que con Dinamarca

El danés no está en este extremo, pero sí comparte con el uruguayo ese sufrimiento más mental. No es solo la crítica, de la que muchos futbolistas intentan bunquerizarse a pesar de que les pueda llegar porque afecta a personas de su entorno, sino también a la autoexigencia y la conciencia propia. De hecho, el estrés derivado de la presión también condiciona físicamente al deportista. Varias personas que trabajan o han trabajado con Christensen coinciden en que tiene unas virtudes magníficas –velocidad, posicionamiento, lectura del juego, juego aéreo, salida de balón, anticipación–, pero que las inseguridades derivadas del miedo a equivocarse condicionan su protagonismo. Para que Flick pueda confiar en él como titular, necesita ver que está en condiciones óptimas para jugar.

Esto requiere una serie de factores fundamentados en un refuerzo constante del futbolista y unos estímulos positivos para que pueda encontrar un contexto en el que sentirse "liberado", que es el que percibe con Dinamarca, donde juega menos presionado que en el Barça. La dinámica positiva del equipo y que el propio jugador sienta que está rindiendo a buen nivel son elementos clave. Flick, que el pasado sábado le dio toda la segunda mitad ante el Betis, intenta recuperarlo poco a poco. "Hay que animarle y transmitirle que todo está bien, que lo hará bien", se apunta desde Sant Joan Despí, donde no hay ningún psicólogo en plantilla desde la marcha de Laia Vinaixa con Ramon Planes en Arabia Saudita.

Mientras hay futbolistas que necesitan que les "picen o pellizquen más", Christensen prefiere un acompañamiento más basado en el elogio, pero fundamentado y argumentado "porque el futbolista es el primero en ser consciente de su rendimiento". También Araujo. La gestión de la presión y la dificultad para afrontar contextos adversos también han llevado a menudo al danés a no acabar de atreverse para llegar a la excelente.

Christensen quiere seguir en el Barça

Esto le llevó a tener un rendimiento notable en sus mejores momentos como azulgrana, pero podría, por ejemplo, atreverse más a romper líneas con el pase. El miedo a perder un balón o sentir que una mala decisión suya puede condicionar al resto del grupo lastra ese atrevimiento que más de una vez se le ha propuesto asumir. De hecho, algunos consideran que, por capacidades, podría tener un rendimiento igual o superior al de Iñigo, que la pasada temporada maravilló al barcelonismo. Mentalmente, Christensen es mucho más sufridor.

No es ninguna cuestión que el Barça no supiera cuando le fichó libre del Chelsea. "Era una oportunidad de mercado y él priorizó al Barça a otros clubs que le querían, como el Bayern", resuelve una persona conocedora de las negociaciones. Firmó un contrato que finaliza esta temporada y el club, por el momento, no ha puesto en marcha la renovación. El jugador "es feliz en Barcelona", según una persona del entorno más directo del defensa. "Andreas querría quedarse en Barcelona y jugar por este club. Luchará para volver a entrar en el equipo y demostrar al técnico y al club que pueden confiar en él. Aún siendo el cariño de los aficionados y le gustaría devolverles todo su apoyo, demostrarles que es lo suficientemente bueno para jugar en su club. La familia es muy feliz en la ciudad y los niños están muy contentos". Los próximos meses serán cruciales para Christensen, que en abril cumplirá treinta años.

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