La denominación de origen Alella la conforman 31 municipios de tres comarcas distintas: Maresme, Vallès Oriental y Barcelonès. En este territorio se ha hecho vino desde hace más de dos mil años y la creación de su cooperativa, a principios del siglo XX, fue clave para dar prestigio y empuje al nombre de Alella, su vinculación al vino ya la certificación de la calidad de sus vinos. A posteriori, cincuenta años más tarde, se creó el Consejo Regulador, quien es quien se encarga de estas tareas actualmente.
El terruño de la DO Alella viene definido por su suelo característico de Sauló –de base granítica– por la proximidad al mar Mediterráneo y por su clima ligeramente diferenciado a ambos lados de la cordillera Litoral. De forma general, los vinos del lado mar de la cordillera son más maduros y estructurados. Por su parte, los vinos que salen de los viñedos de la esquina montaña –donde la diferencia de temperatura entre la noche y el día es más acentuada– son más ligeros y aromáticos.
La variedad de uva más característica de la zona es la pasa blanca, una variedad autóctona y perfectamente adaptada a las características del territorio que destaca por su versatilidad que permite la elaboración de muchos tipos de vinos –jóvenes, criados, espumosos, dulces– y por el extraordinario potencial de envejecimiento de los productos en los que se utiliza para su elaboración.
La DO Alella, la más pequeña, tiene una extensión de 200 hectáreas de cultivo de viñedo y siete bodegas bajo su denominación de origen. En Catalunya, en total, se producen 340 millones de botellas de vino –90 de vino tranquilo y 250 espumoso– un 50% de las cuales se comercializan en Catalunya. El resto se comercializa en España y en el exterior– principalmente en Reino Unido, Suecia, Alemania, Estados Unidos.
Además de la DO Alella, Cataluña dispone actualmente de diez denominaciones de origen más de producción de vino, aparte de la DO Cava: Priorat, Montsant, Terra Alta, Cuenca de Barberá, Penedès, Cataluña, Costers del Segre, Empordà, Pla de Bages y Tarragona.
La ruta del vino por Alella
Los vinos de Alella viven arraigados junto a Barcelona desde los tiempos de los romanos. Hoy sobreviven junto a la gran ciudad convertidos en la denominación de origen más pequeña de Cataluña. Explorándola, seguirás las huellas de los vinos layetanos, el nacimiento del cooperativismo, el aroma de la antigua vida rural y la personalidad de unos vinos urbanos que fueron emblema de la pujante burguesía catalana. La salinidad y mineralidad de sus vinos blancos de pasa blanca, unos tintos ligeros, espumosos de larga crianza y dulces persistentes, ofrecen un abanico de posibilidades para todos los paladares.
La DO Alella dispone de una ruta del vino que consta de seis bodegas, que son visitables: Alta Alella, Bouquet de Alella, Can Matons, Bodega de las Aves, Bodega Marfil, Masia Can Roda y Quim Alcalde. Además, periódicamente los mercados de Alella realizan una acción comercial llamada Mercados con DO Alella donde se hace un maridaje de cocina y vinos dentro del mercado. Cada parada propone una o más degustaciones para acompañar con un vino DO Alella.
La ruta del vino por Alella también cuenta con una oferta de restaurantes, bar de vinos y tiendas con especial dedicación a la DO Alella y también con una oferta de atractivos enoturísticos como el Centro Enoturístico y Arqueológico de Vallmora –una bodega romana que fue un centro de producción vitivinícola de la Laietana romana entre los siglos I aC y V dC– los hornos romanos de la Fornaca, el Museo de Badalona, el Museo Municipal de Náutica de El Masnou, el Museo Romano de Premià de Mar, el Museo Torre Balldovina y Alella Vinícola –una bodega cerrada que funcionó como cooperativa de los de 1906 hasta 1998.
Detrás de cada botella que se produce en Cataluña existe un universo que se te muestra al destaparla. Y al probarla, te revela su carácter franco, la naturaleza del paisaje en el que ha nacido, la personalidad de quien la ha forjado y el espíritu de quien la ha hecho crecer.
Caminos de felicidad
Viajar por todos los rincones del país, evocar paisajes, escuchar a personas, sumergirse en su historia y compartir un legado milenario, entender sus orígenes, empezar una botella, sentir el viaje y saborear la vida: esto es el experiencia del enoturismo en nuestro país.
En total, Cataluña dispone de más de 300 bodegas visitables. Te abren las puertas de su casa para que pruebes sus especialidades y, a la vez, conozcas su contexto histórico, social y cultural que convierte nuestro hogar en un destino enoturístico único.
En estas más de 300 bodegas, y también en las 6 de la DO Alella, podrás conocer desde la llegada del cultivo de la viña a nuestra casa hasta el centenar de bodegas cooperativas de estilo modernista, conocidas como catedrales del vino, las barracas y los lagares de piedra recuperados en medio de los bosques, los museos de la vida campesina, las fiestas tradicionales dedicadas al vino que todavía se conservan y los grandes bodegas del país que se levantan como símbolos contemporáneos de la importancia del vino en la gastronomía catalana.
Y es por eso que podemos decir que en Cataluña, el vino es cultura.
Espacio Amparo Molinero: DO Alella
Por felicísimas razones tengo en mis manos los dos volúmenes de la Historia natural de Plinio el Viejo. En un momento dado habla de los vinos hechos en Layetania (que le parecen abundantes y de poca calidad, en contraposición a los de otros lugares, como Tarraco). Es divertido pensar que Plinio también llevaba dentro un sumiller, como todos nosotros. ¿Quizás se refiere a los vinos hechos en el Maresme, cuando habla de los vinos de Laietania?
Si es así, la tierra de sablón que da carácter y belleza a la DO Alella sale ya en las crónicas de hace siglos. Alella. La denominación de origen más pequeña de Cataluña y una de las más antiguas. Si hablamos de "vinos mediterráneos", que son –sin duda– los nuestros, debemos decir que la bandera la tiene este pequeñísimo rinconcito de viña con el mar a un lado y la cordillera litoral en el otro. Todos los viñedos escarban la tierra, luchan con las raíces, para obtener la vida, pero los viñedos de Alella, además, también luchan hacia los lados, con los brazos, para impedir ser engullidos por la civilización. Alella fue, tiempo atrás, la que hacía "el vino de Barcelona". Es la tierra de la pasa blanca.
Pero con la DO Alella podría maridar una comida entera, de la copa de bienvenida (un espumoso bien layetano) a los postres, con los dulces, pasando por el rosado y por el tinto. Aparte, del blanco, claro. Todos los vinos de las pocas bodegas de Alella les enamorarán. Quizá sea el sablón el que les da esta mineralidad tan golosa. Alella está muy cerca de Barcelona. Es un pecado estar lejos.