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Enriqueta Barranco: "Cuando empecé a estudiar la sangre menstrual me trataron de loca"

Ginecóloga y obstetra

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Cada 28 días aproximadamente, durante 35 o 40 años, todas las mujeres sangran. Desde hace siglos la mitad de la población tiene la menstruación, "pero en el campo de la ginecología no se le ha dado importancia, no representa ningún éxito estudiarlo", explica la ginecóloga Enriqueta Barranco (Granada, 1950). El primer día que entró en el laboratorio de la Facultad de Medicina de Granada con probetas que contenían la sangre menstrual de 25 mujeres, los técnicos se la quedaron mirando con escepticismo: "Cuando empecé el estudio me trataron de loca".

Enriqueta había leído en una publicación científica que los bebés nacen con contaminantes porque ya estaban presentes dentro de la placenta y la sangre del cordón umbilical. "Los investigadores se habían preocupado de ver qué ocurría con el embrión, pero nadie había pensado que la contaminación partía de la madre y en cómo le afectaba a ella", expone. Por eso decidió analizar la sangre menstrual para ver cómo los contaminantes podían estar relacionados con las enfermedades que muchas mujeres sufren. "Nadie se había planteado si las sustancias pasan a través de la sangre en el endometrio y si este reacciona de forma desfavorable", lamenta.

Los resultados de la investigación, publicados en 2017, demostraron lo que Enriqueta se temía: en la sangre menstrual se detectó la presencia de una gran cantidad de contaminantes como los parabenos y las benzofenonas. "Descubrimos que cuanto más químicos estaban presentes, más sangraban a las mujeres durante el periodo". La cantidad de estos productos también estaba asociada al estilo de vida de las participantes: "La mujer que presentaba mayor cantidad de parabenos era una que se teñía el cabello cada semana".

A la hora de poner en marcha el estudio prácticamente no había bibliografía previa de dónde partir. La medicina siempre ha visto la sangre menstrual como una sustancia sin valor y no como una potencial fuente de información sobre qué ocurre en el cuerpo de las mujeres: "Hasta 1930 no se conoció el ciclo menstrual como tal". La menstruación arrastra un estigma histórico que se remonta a la Biblia y ha perdurado casi hasta nuestros días. Durante los siglos que el Islam estuvo presente en la Península Ibérica, expone Enriqueta, ya se trataba la sangre menstrual como un residuo malo que las mujeres debían enterrar. El Renacimiento, aunque aportó grandes avances en todos los campos, incluida la medicina, “en el caso de las mujeres no implicó grandes cambios. Se seguía con la idea de la menstruación como algo que perjudicaba gravemente a quien la tocaba". No es hasta la segunda mitad del siglo XIX que los médicos prestan un poco más de atención y se empiezan las primeras cirugías: se extirpaba el útero. "Era una de las pocas soluciones ante los sangrados abundantes, puesto que tampoco sabían qué pasaba exactamente".

Si por lo general se sabe poco de la menstruación, "el dolor menstrual aún sigue siendo un misterio". Recientemente, se ha puesto el foco en la endometriosis y se ha visibilizado esta patología, que puede ser incapacitante. ¿Pero, y el resto de mujeres que no la tienen y sufren cólicos? "Que ahora no la tengas no quiere decir que no puedas desarrollarla en más adelante. Ahora hay algunos estudios que investigan si podría utilizarse la menstruación como un factor de pronóstico para las mujeres que puedan sufrir de endometriosis en un futuro. Porque eso, que te martiriza media vida, quizás se podría prevenir", apunta el especialista.

Aunque en los últimos años se ha empezado a romper el tabú y ha pasado a formar parte de la agenda pública, todavía falta mucha investigación. Un ejemplo es que Enriqueta solo pudo realizar el estudio gracias a la herencia que Antonio Chamorro –médico exiliado en París durante la Guerra Civil– dio a la Universidad de Granada bajo la condición de que la gestionara ella.

El otro elefante dentro del mundo de la ginecología y la obstetricia es la falta de mujeres en cargos de poder. En España no ha habido catedrática alguna de ginecología en la historia hasta el 2018, cuando la canaria Nieves González ganó la plaza en la Universidad de La Laguna. "Es triste que todavía existan obstáculos para acceder a las posiciones de poder cuando la mayoría de profesionales y docentes son mujeres", lamenta. Aunque ahora sea una profesión feminizada, Enriqueta recuerda que durante muchos años no ha sido así: "Cuando empecé a estudiar ginecología lo hice en contra de la voluntad del catedrático. Él no quería mujeres en su clínica, pero al final me aceptó porque yo tenía el mejor expediente".

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