Década de los 90. Comedor de una casa de familia acomodada. Dos hermanos se pelean por conseguir coger el mando del televisor hasta que, de repente, aparece su abuela y se los toma. Con gran elegancia, apunta hacia el viejo televisor de tubo y espera que el incombustible Joaquín Prat -el presentador del mítico concurso El precio justo - haga la primera pregunta. Es entonces cuando, sin dudarlo ni un segundo, pulsa un botón del mando y acierta la pregunta. Así se lo indica una pequeña pantalla situada en un aparato similar a un reproductor de cintas VHS. “No hay ningún concurso de Televisión Española que se te resista, ¡abuela!”, exclama entonces su nieta, con una admiración totalmente desmedida.
A finales de 1992, TVE emitía este spot publicitario cada dos por tres. Con una gran campaña detrás, la cadena pública se había propuesto arraigar en España el Telepick, un ambicioso sistema de televisión interactiva que parecía llamado a revolucionar el mundo de la pequeña pantalla. La expectación era notable: TVE pasaba a ser la primera televisión europea que incorporaba y desarrollaba esta tecnología, que permitía la participación activa de la audiencia mientras miraba a programas de la cadena.
Por unas 30.000 pesetas, los espectadores podían adquirir un aparato que, conectado al televisor, a la línea telefónica ya la red eléctrica, les permitía responder a preguntas a distancia a través de un mando. El sistema también incorporaba una pequeña impresora térmica que les daba la opción de imprimirse desde recetas de cocina hasta resúmenes de capítulos anteriores del serial de sobremesa. “Si, por definición, la televisión era efímera, este dispositivo buscaba darle la vuelta”, explica Rosa Franquet, catedrática de comunicación audiovisual y publicidad de la UAB. Pese a la expectación que había levantado, el Telepick acabó fracasando estrepitosamente. Y no tardó en hacerlo.
Medio año después de su lanzamiento, en todo el Estado no se habían vendido ni 10.000 Telepicks. “La cifra era del todo irrisoria”, asegura Emili Prado, director del Grupo de Investigación en Imagen, Sonido y Síntesis de la UAB. Sin embargo, la dirección de TVE siguió apostando hasta conseguir adaptar el 70% de su parrilla al sistema. Hasta que en 1994 saltó la noticia: Interactive Televisión, la empresa catalana encargada de distribuir el Telepick a buena parte de Europa, había entrado en bancarrota y reconoció una deuda de 800 millones de pesetas. Fue entonces cuando TVE apretó el freno y detuvo el servicio en seco.
“El telepick un sistema ortopédico, rudimentario y poco útil para el usuario -asegura Prado-. El aparato le decía si había acertado la pregunta, pero esta acción nunca se reflejaba en el contenido televisivo: ese fue uno de los motivos de su fracaso”, señala el experto. Además, el contexto tampoco remaba a su favor. "España venía de una época muy cerrada y la sociedad todavía era muy reacia a los cambios", añade Franquet. Después de este batacazo, España tuvo que esperar hasta la llegada de la televisión digital para volver a ver intentos de implantar de forma regular la televisión interactiva.
La lección
“Para que una innovación como Telepick acabe triunfando y llegue a consolidarse es necesario que ofrezca una satisfacción muy grande al usuario –explica Rosa Franquet, catedrática de comunicación audiovisual en la UAB–. Y hay que mirar al mercado y ver si realmente está preparado: TVE debería haber esperado”