Trump o cómo jugar con la recesión


El miedo se ha instalado en las bolsas. Las caídas experimentadas por los índices, que empezaron el mismo jueves en EEUU y que se han extendido por todo el planeta, revelan que nadie esperaba que el presidente de EEUU, Donald Trump, se atreviera a jugar con fuego de una manera que poco tiene que ver con la racionalidad económica. Al día siguiente del delirante anuncio sobre los aranceles por parte del máximo mandatario de la primera potencia mundial, los inversores, lejos de calmarse, se han puesto aún más nerviosos. Y veremos si el lunes sigue una situación que, en el peor de los casos, se convertiría en pánico.
Contribuyen a ese clima de tensión no solo el hecho de que China haya respondido a Trump con la misma moneda, anunciando aranceles del 34%, sino también los avisos de que esta batalla, provocada por una estrategia que nadie que no sea colaborador o seguidor del trumpismo puede comprar, será larga. La Unión Europea, si logra superar los intereses nacionales para defender a los conjuntos, podría sumarse a ellos. Pero hay otros elementos que despiertan los temores en los parqués, que, como se sabe desde que existen, tienen tendencia a la sobrerreacción, tanto en momentos de noticias o rumores positivos (euforia) como en los de noticias negativas (pánico).
Y uno de ellos tiene que ver con una palabra que se consideró desterrada una buena temporada y que ahora comienza a ganar protagonismo gracias a la inoportuna y arbitraria decisión de Trump: recesión. Es una situación en la que la economía o la riqueza que se genera en los países, en lugar de crecer, sufre caídas. Es una posibilidad de la que han empezado a hablar ya en las más altas instancias globales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha afirmado en un discurso que los efectos económicos de los aranceles serán "significativamente mayores" de lo esperado, y que esto se traducirá en menor crecimiento y mayor inflación. No es un mensaje tranquilizador, porque hace temer que se avecina una etapa de subidas de los tipos de interés si Trump no cambia una política que, según explicaba, debía traer más abundancia y riqueza al país. Esa subida supondría crédito más caro, y de ahí los nervios.
Desde que Trump tomó posesión el pasado 20 de enero hasta los días previos a su rocambolesco anuncio de un arancel universal del 10% para todas las importaciones, incrementado de acuerdo con una fórmula muy discutible, las bolsas de EEUU eran las únicas que perdían. Las europeas vivían un momento dulce que ha cambiado ahora, contagiadas por el nerviosismo global y un clima de incertidumbre que no ayuda a calmar los ánimos.
De cara a posibles vueltas de la situación, hay que tener en cuenta que muchos estadounidenses tienen sus ahorros y pensiones en unos mercados sometidos a un intenso estrés por parte del propio Trump. A los conciudadanos del presidente de EEUU, muchos de los cuales le votaron el pasado noviembre, les pueden afectar dos variables explosivas: un incremento del nivel general de los precios –que el presidente actual atribuía a su predecesor, Joe Biden– por efecto de los aranceles y, al mismo tiempo, la pérdida de valor de los ahorros. Un cóctel que podría estallar en la cara en Trump.