"Me flipas", "som república" o "fuck you": ¿qué lengua hablan los grafitis?
Una profesora de Berkeley radiografía el idioma de nuestro paisaje lingüístico y alerta de que faltan referentes vulgares en catalán
BarcelonaEncontrarse con grafitis que proclaman "hate love" o "som república" no es tan azaroso como podría parecer. La mitad de los grafitis de carácter sentimental o vulgar que decoran nuestras paredes están escritas en castellano ("No me 'yores' niña"), mientras que el catalán aparece en las paredes cuando se reivindican temas políticos y causas sociales ("Ni oblit ni Borbó"): tres de cada cuatro pintadas de carácter político sí que son en catalán. No es casualidad: las paredes ilustran la situación política del país y también la situación sociolingüística, es decir, un menor uso del catalán y una falta de referentes de lengua vulgar.
¿De dónde han salido estas cifras tan precisas y exhaustivas sobre los grafitis? Quien ha radiografiado nuestro paisaje lingüístico es una joven americana, Marguerite Morlan (Wisconsin, 1991). Esta estudiante de doctorado en la Universidad de California (Berkeley) vino de vacaciones a Cataluña con sus padres en 2018 y se sorprendió de los usos bilingües que hay en el país, "muy diferentes del multilingüismo que existe en Estados Unidos", explica. Empezó aprendiendo catalán, en 2021 obtuvo una beca Fulbright para estudiar los patrones lingüísticos vinculados a la ideología y ahora está elaborando una tesis doctoral sobre la relación entre la elección de lengua, la construcción de la identidad y el independentismo.
Durante el curso, Morlan enseña lingüística hispánica y dirige el laboratorio de sociolingüística en Berkeley, pero los veranos vuelve a Cataluña a hacer investigación de campo. Así, ha recorrido 40 localidades del país muy distintas en dimensiones y nivel de catalanización para obtener un corpus de más de 10.000 grafitis espontáneos. Con rigor y metodología, ha podido certificar que ocurre lo que llama "una utopía para cada lengua", es decir, que hay "unos patrones marcados que vinculan tema y lengua", afirma. Confirmó que, independientemente de la demografía lingüística, "la mayoría de grafitis sentimentales e ilícitos (insultos, palabrotas y vulgarismos) son en castellano e inglés", mientras que los grafitis en catalán suelen reivindicar causas sociales y promover la resistencia.
Es obvio que el Proceso ha modificado este paisaje lingüístico y ha repolitizado la lengua, porque en las localidades catalanas y barrios de Barcelona con más catalanohablantes, los grafitis políticos en castellano son solo entre el 0% y el 17%. Pero incluso en el Gòtic o en Badia del Vallès, el 25%-30% de los grafitis de causas político-sociales son en catalán.
Faltan referentes vulgares en catalán
Morlan realizó 60 entrevistas para explicar estos patrones, de las que se desprenden dos teorías: "O bien elaboran los grafitis dos sectores diferentes de la sociedad -apunta-, o bien la población es bilingüe pero le faltan referentes catalanes y, en cambio, encuentra fácilmente castellanos e ingleses por influencia de la cultura pop, de las redes sociales y de las plataformas". Es evidente que existen equivalentes válidos de insultos, frases hechas y apodos en catalán, pero los vulgarismos no están suficientemente difundidos "o no los conocen, o las connotaciones que tienen para las personas no impactan igual; dicen que no duelen, hacen gracia", alerta Morlan.
Solo un raquítico 5% de los grafitis vulgares son en catalán. El resto están escritos en inglés ("fuck you") o en castellano ("cómeme..." alguna parte íntima). Pero es que en general tampoco hay grafitis sentimentales o íntimos en catalán: incluso en las ciudades con más catalanohablantes, más del 50% de pintadas son en castellano. Solo una de cada diez son palabras de amor en catalán, sucias o tiernas. "Puede ser un indicador de que el catalán está en peligro entre la gente joven", apunta Morlan, a partir del análisis de las entrevistas. Lo vincula también a la relación del catalán con los usos formales e institucionales, mientras que el castellano gana terreno en el ámbito público, a la hora del patio y en los contextos transgresores: "Se necesitan más referentes vulgares, más cultura pop catalana", concluye.