Conversaciones con

Núria Moliner: "Hay cinco o diez veces más contaminación dentro de casa que en la calle"

Arquitecta, divulgadora y músico

BarcelonaUna arquitecta que no construye. Así se define, en parte, Núria Moliner, que lleva años dedicada a hacer divulgación sobre arquitectura y urbanismo y que tiene una cara B como músico (es guitarrista y corista de Delafé y las Flores Azules y tiene su propio grupo, Intana). Explica que en su decisión de centrarse en la divulgación y dejar de lado la parte más tangible de la profesión tuvieron mucho peso cuestiones éticas: “Entré en crisis con la arquitectura tal y como nos la habían enseñado. Veníamos de la herencia de los efectos de la burbuja inmobiliaria, de la especulación con una necesidad básica como es la vivienda, de la desvinculación de los arquitectos de las necesidades reales de la gente, todo esto me hizo sentir muy decepcionada y frustrada con la profesión". Todos estos elementos hicieron que rechazara dedicarse a la construcción y optase por divulgar proyectos que "proponen un mundo mejor a través de la arquitectura". "La construcción es responsable del 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero y no podía mirar hacia otro lado", remarca Moliner, quien asegura sentir mucho respeto por los arquitectos que quieren participar del cambio a través de sus proyectos.

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"La arquitectura es la escenografía de nuestras vidas, no nos podemos olvidar de ella. Cuando pasas por una experiencia como el confinamiento, te das cuenta de que según el piso en el que vives eres más o menos libre, más o menos feliz", argumenta. Moliner asegura que la pandemia nos mostró que habíamos normalizado vivir en pisos pequeños que no tienen las dimensiones mínimas para desarrollar una vida saludable. "Si no tienes espacio físico, quizás tampoco tengas espacio mental para pensar o desarrollar tu vida en libertad: para decidir, por ejemplo, si quieres tener hijos o no", dice.

Una de las preocupaciones de Moliner es la calidad de las construcciones actuales: "Se hacen construcciones torpes porque la calidad no prima por delante del beneficio económico", explica la arquitecta, que asegura que se está innovando mucho más en vivienda pública que en los proyectos privados. "Las promotoras no quieren arriesgar y quizás no son conscientes de que hay una demanda por parte de gente que queremos vivir de otra manera y que, por tanto, la arquitectura debe ser diferente", remarca. Otra cuestión que considera de vital importancia es evaluar qué impacto tienen en la salud los materiales que se utilizan en los edificios. "Hay cinco o diez veces más contaminación dentro de casa que en la calle. En el tema de la contaminación interior, estamos en el mismo punto que cuando decían que el tabaco no era nocivo y había anuncios en los que se veía incluso a niños fumando. Los niños y niñas están fumando la contaminación interior de los edificios. Esta cuestión está empezando a reflejarse en los códigos técnicos de construcción, pero faltan unos años para que esto cambie y haya conciencia", explica.

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Moliner confiesa que sufre ecoansiedad y que, por eso, está convencida de que deberían tomarse decisiones radicales en cuanto al espacio público y la emergencia climática. "La transición debe ser brusca por la situación de emergencia en la que nos encontramos. Lo estamos viendo: la subida extrema de las temperaturas, el efecto isla de calor... Todo esto se traduce en muertes y en que no vivimos bien en la ciudad, que cada vez será más hostil", argumenta la arquitecta. Moliner formó parte del consejo asesor del Pla Superilla de Barcelona y admite que le sabe mal que las supermanzanas se hayan politizado, porque cree que "son una necesidad, independientemente del color político". Recuerda que la pacificación del espacio público se ha puesto en marcha en "todas las ciudades que son referentes del mejor urbanismo del mundo".

En la carta a los Reyes para la Barcelona del futuro, Moliner cita una ciudad que sea "más selva". "Nos hemos creído que el urbanismo debe ser gris y duro y que es una oposición al campo o la naturaleza, y no. La ciudad debe ser naturaleza, debe formar parte de ella. Que vayas por la calle y haya muchísimas especies y vegetación, y menos asfalto".