Hay que defender a la amnistía en todos los foros
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ha defendido este lunes la amnistía en solitario en el Senado ante los varones del PP, entre ellos la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, sitiada por el escándalo del fraude fiscal reconocido por su pareja. El presidente Aragonés buscaba el cuerpo a cuerpo con el PP y lo ha encontrado en plena precampaña electoral. Sin embargo, y más allá de los intereses electorales, la amnistía necesita ser defendida en todos los foros posibles, incluso en aquellos que, como el Senado, se han convertido en una mera caja de resonancia de los argumentos del PP. Es importante, frente al silencio del PSOE, que se sientan los argumentos a favor de la amnistía más allá del Ebro y que se contrasten argumentaciones.
En el caso de este lunes se ha podido comprobar el choque entre dos visiones opuestas de España. En una, la que ha defendido Aragonès, Catalunya debería poder decidir libremente su futuro: si quiere seguir ligada a España o, en su defecto, el tipo de relación que quiere mantener. En cambio, para Ayuso Catalunya "es de todos los españoles, al igual que Madrid", y no tiene derecho a decidir nada. O sea, según esta interpretación la opinión de los catalanes (que más que catalanes serían españoles residentes en una comunidad autónoma llamada Catalunya) no tiene valor alguno. E incluso en caso de que un 99% estuviera a favor de la independencia, según Ayuso esto no cambiaría nada, porque "Catalunya no es una nación soberana" y no existe esa "disponibilidad".
En este sentido, sería interesante saber si el PSOE también tiene la misma concepción de España o si bien es capaz de ofrecer una diferente. Es cierto que los socialistas se han ido abriendo a gestos como el del uso de todas las lenguas en el Congreso, pero hay mucho camino por recorrer en el ámbito del reconocimiento de la plurinacionalidad. Y en última instancia habría que preguntarle al PSOE qué valor otorga a la opinión de los catalanes y si está dispuesto a realizar cesiones reales de soberanía (financiación singular, aeropuerto, etc.) o si en este ámbito no difiere mucho del PP. La desjudicialización ha sido un paso muy importante, sin duda, pero no es un fin en sí mismo, sino que era un paso para abordar sin la espada de Damocles de la justicia una solución negociada al conflicto.
Ante la imposibilidad de una independencia unilateral, tal y como pudo comprobarse en el 2017, el único camino que queda por avanzar es el de la negociación con el Estado con la fuerza que otorgan las urnas. Es a través del debate democrático, incluso con inferioridad de condiciones como este lunes en el Senado, que hay que hacer frente y exponer los argumentos que, al menos hasta que las urnas no digan lo contrario, comparten una mayoría de catalanes. De lo que se trata, finalmente, es de demostrar a Ayuso y el resto de varones del PP que la voz de los catalanes no puede seguir ignorándose indefinidamente sin que haya consecuencias. Y la primera es que el PP lo tiene muy difícil para volver a Moncloa si no cambia de actitud.