Memoria histórica

Los Hechos del 6 de Octubre: la insurrección que dejó 6 muertos en Girona cumple 90 años

La revuelta contra el gobierno de Madrid enfrentó a elementos populares contra las fuerzas armadas en 1934

GeronaEstos días se cumplen noventa años de los Hechos de Octubre de 1934, de aquella revuelta contra el gobierno de Madrid que, en el caso de Cataluña, fue comenzada por la Alianza Obrera y aprovechada a continuación por la Generalitat y que en Asturias derivó en insurrección armada de carácter social.

Según las estadísticas oficiales, la revuelta dejó en Catalunya a un total más de cuatrocientas víctimas, a resultas de los enfrentamientos entre los elementos populares y las fuerzas armadas: 99 muertos y 394 heridos. La gran mayoría de los afectados se localizaron en la demarcación de Barcelona. En la de Girona, seis hombres perdieron la vida y los heridos fueron cuatro.

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En la ciudad de Girona, el concejal de la minoría de Esquerra, Joaquim de Camps y Arboix, destituyó al alcalde de la Liga y, después de convertirse en alcalde-gestor, imitó el gesto del presidente Companys con la proclamación del Estado Catalán. La respuesta gubernamental llegó de la mano de los militares, con tropa del cuartel de Sant Domènec, que salió a la calle, que se había dejado expresamente a oscuras para dificultar la proclamación del estado de guerra. Eran doce de la noche.

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Un disparo mortal contra el comandante del estado mayor

El grueso de la rebelión –encabezada por el delegado de la Generalitat, el figuerense Josep Puig Pujades– se reunió en el edificio de la comisaría delegada de la Generalitat, sede ahora de la Diputación. Hacia allí se dirigió el comandante del estado mayor Rafael Domínguez Otero, en lo alto de un caballo, a fin de intimar a los resistentes para que se rindieran. “En número del gobernador militar y miedo bien de la República, abrid la puerta” fueron las únicas palabras que pudo pronunciar el militar. Porque enseguida recibió un disparo, salido de una de las ventanas bajas de la comisaría delegada, que le dejó herido de muerte. Domínguez Otero se desplomó y el caballo salió a galope hacia la calle Ciutadans.

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La otra víctima de la jornada gerundense fue un chico de 27 años, chófer de profesión, que llevaba en el bolsillo una identificación de la Alianza Obrera. Se llamaba Josep Coromines y perdió la vida defendiendo a la delegación de la Generalitat.

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En Palamós, los enfrentamientos dejaron herido a Narcís Rovira Sureda, que falleció en el Hospital de Girona pocos días después. Otro vecino de la población costera, Joaquim Junyer Miró, tuvo que ser atendido en el mismo hospital.

Episodio escalofriante

El episodio más dramático y escalofriante se enmarcó en la carretera de Campdevànol a Ripoll el día 9 de octubre, tres días después del inicio de la revuelta. Tres vecinos de Campdevànol, enlaces de los comités de huelga, fueron tiroteados por los carabineros poco antes de las tres de la tarde. Eran Ramon Capdevila Domènech, Agustí Carola Rigat y Joan Mainegre Puig, de 25, 41 y 19 años, respectivamente. Un testigo ha dejado escrito que, cuando los obreros todavía no estaban bien muertos, los carabineros les aplastaron la testa, "destrusándole el cerebro".

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Más allá de los muertos y heridos y de las condenas que afectaron a los componentes del gobierno de la Generalitat, la derrota del movimiento de octubre de 1936 originó una fuerte represión que se prolongó hasta enero de 1936: encarcelamientos, clausura de locales, suspensión de ayuntamientos, recorte de competencias en el gobierno autónomo, revisión de contratos agrarios y consejos de guerra fueron a la orden del día.