La historia de amor que te hará creer en el destino

Así conoció a la dramaturga Victoria Szpunberg el padre de su hija

Cuando habla de la historia de amor con el padre de sus hijos, su expareja, la dramaturga Victoria Szpunberg reconoce que cree que no podría haberse escapado: "Tal y como fue, siento que estaba escrito", afirma.

Todo empezó con unas clases de tango a los 15 años. Su profesor, un exiliado de la dictadura argentina, tenía un hijo de su edad que a veces rondaba por ahí. Tuvieron que pasar varios años para que Szpunberg volviera a saber de este chico de la forma más inesperada. “Yo vivía en El Masnou y por un tema de salud fui a parar a la plaza Bonanova, en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi, en Barcelona. Entré en una cabina para realizar una llamada y me dejé la agenda. Era una agenda muy pequeña y muy bonita, con unas bailarinas de Degas”, rememora la dramaturga.

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El caso es que Szpunberg se volvió a Masnou y la agenda quedó olvidada en la cabina. Un chico que estudiaba primero de Ingeniería en la Salle Bonanova paseaba por la zona cuando se fijó en la cabina y vio la agenda. Entró y leyó el nombre escrito en la primera página: Victoria Szpunberg. Ese chico era el hijo del que había sido profesor de tango de la dramaturga. Reconoció su nombre y se lo llevó a su padre. Enseguida llamaron a Victoria y le dijeron que tenían su agenda. “Les dije que pasaría a buscarla, pero nunca lo hice; era joven y pasaba de todo”, explica la dramaturga.

Unos años después, Szpunberg se encontró al mismo chico en el metro de Barcelona. “Nunca viniste a buscar la agenda”, le dijo él. “Me pidió el teléfono, o el correo electrónico, no me acuerdo, y empezamos a escribirnos. Un día me invitó a una fiesta a la que no fui, así que todavía tuvo que pasar más tiempo hasta que volvimos a vernos”.

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La siguiente vez que se vieron el amor surgió y de ese amor nació una niña. “El amor incondicional para mí son los hijos. A mi hija he intentado transmitirle que el amor es importante vivirlo a tu manera y no caer en lo que supone que debería ser”, señala. Por eso, cuando da clases de dramaturgia dice a los alumnos que, cuando uno comienza a escribir, no lo haga para hablar de amor. “El amor es un contenedor de estereotipos y en realidad es un tema muy complejo. Vivimos en una sociedad con mucha precariedad emocional y estamos muy poco preparados para realmente amar y ser queridos de forma libre y sin reproches o expectativas”, reflexiona Szpunberg. A la hora de escribir, concluye, es mejor estar atento a las historias que la vida te planta delante de las narices, como la de una chica que olvida una agenda que es encontrada por el chico con el que tendrá una hija.