Automoción

El hombre tras el gran monstruo japonés de la automoción

Sakichi Toyoda patentó el primer telar de madera de Japón y sentó las bases del grupo Toyota

—DAVID VALERO CARRERAS
y —DAVID VALERO CARRERAS

Que en el país de la innovación tecnológica te consideren el rey de los inventores o, incluso, el Thomas Edison local, significa que eres alguien verdaderamente especial. Éste es el caso de Sakichi Toyoda, quien en cierto modo parecía marcado por el destino porque nació coincidiendo con el período bisagra más importante de la historia nipona, justo cuando se dejaba atrás el shogunato Tokugawa y nacía la era Meiji, la de la modernización del país. Su entorno familiar era realmente humilde, hijo de un modesto carpintero y de una campesina que hacía horas extras como tejedora. Los artefactos mecánicos con los que trabajaba el padre y el trabajo nocturno de la madre le marcaron desde pequeño, como veremos pronto.

De muy joven se le despertó la inspiración al leer la obra Autoayuda, del escocés Samuel Smiles, probablemente el primer gurú literario de la historia. El libro fue un superventas desde el principio y el autor tuvo la suerte de que se pusiera de moda en Japón de la era Meiji. Según algunas referencias, allí vendió más de un millón de ejemplares. Así pues, uno de sus ávidos lectores fue el joven Toyoda, que recibió las aventuras del protagonista –un inventor que diseñaba widgets para la industria textil– como verdadera epifanía.

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Dicho y hecho, en 1891 patentó un telar manual de madera que sería su puerta de entrada al mundo de las innovaciones tecnológicas. Siete años más tarde cumplió su sueño de fabricar el primer telar mecánico de Japón, el Toyoda Power Loom. A partir de ese éxito, la creatividad del inventor no dejó de brotar, hasta obtener una cuarentena de patentes y cinco modelos de utilidad. Su empuje le convirtió en el padre de la Revolución Industrial en Japón, que no es poco.

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Hasta aquí hemos visto la vida de un hombre singular, con una capacidad fuera de lo normal para idear máquinas, pero si realmente ha pasado a la historia es para poner la semilla de una creación aún mayor y trascendente: Toyota, el fabricante de automóviles con más ventas del mundo. Si bien es cierto que quien dio el giro de la producción de telares a la de automóviles fue su hijo Kiichiro, existe el consenso de considerar la Toyoda Automatic Loom Works como el verdadero embrión de lo que hoy es un gigante de el automóvil.

Sakichi Toyoda tenía como obsesión la expansión internacional de su negocio de telares y sabía que una manera de financiarla era la venta de sus patentes, que le permitiría levantar capital suficiente para iniciar la aventura, pero desgraciadamente, en pleno proceso de negociación con los inversores británicos, murió víctima de un derrame cerebral. La transacción la completaría su hijo Kiichiro en 1934, siendo él quien podría, por fin, poner en funcionamiento la factoría de automóviles de los Toyoda. Verdadero heredero del talento de su padre, Kiichiro logró convertirse en él y su marca factores clave para el desarrollo de la industria del motor en Japón.

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Por cierto, la similitud del nombre de la marca de coches con el apellido familiar no es casualidad, porque el primero es una derivación del segundo. Las causas se encuentran en cuestiones lingüísticas del japonés difíciles de entender para un occidental, pero que guardan relación con la simplicidad de unos ideogramas respecto a otros y también con ciertos factores de superstición.

Hoy, la Toyota Motor Corporation es líder mundial en ventas de coches gracias a marcas como Toyota, Lexus, Subaru o Daihatsu. Está dirigida por Akio Toyoda, descendiente del fabricante de telares –cuarta generación– y tiene unas ventas agregadas de 250.000 millones de dólares. En un nivel superior se encuentra Toyota Industries, la casa matriz, que tiene el 7% del capital de la automovilística. La compañía todavía presume con orgullo de los cinco principios que estableció el fundador de la estirpe: sé fiel a tus obligaciones, sé estudioso y creativo, sé práctico, esfuérzate en crear una atmósfera casera en el trabajo y ten respeto por los asuntos espirituales . Unos principios que todavía figuran en lo alto de lo que ellos llaman la pirámide filosófica de Toyota.