El mundo pequeño de...

Martí Peraferrer: "Hoy, si no protagonizas una serie de Netflix parece que no puedes ser feliz"

Actor y director teatral

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Martí Peraferrer, en su casa, en Vidreres.

Cristaleras (La Selva)Los retratos de Tennessee Williams, Vincent van Gogh y Rudolf Nureyev destacan en una de las paredes de la sala principal de la casa de Vidreres en la que el actor Martí Peraferrer vive desde hace casi dos años. Un escritor, un pintor y un bailarín ilustres, con biografías muy diversas y marcadas las tres por la genialidad y el éxito, pero también por el tormento, la soledad y la autodestrucción, han entrado en la casa y en la vida de Peraferrer , le han extendido la mano y le han permitido redescubrir la esencia del oficio de hacer teatro: la capacidad de emocionar al espectador, de hacerle vivir el teatro como si no fuera teatro sino la vida misma, de adentrarlo en el alma de los personajes al igual que lo hace el actor y hacer que llore con ellos, que se ría con ellos, que sufra con ellos. Peraferrer es un maestro de este arte, especialmente cuando es él quien elige a los personajes que debe interpretar en obras que él escribe y dirige. Es lo que hace con su compañía, Teatre Blau, reservada a aquellos papeles que sabe que nunca nadie le ofrecerá.

“Nunca habrían venido a buscarme para interpretar a unos personajes como Van Gogh, Tennessee Williams o Nureyev, y menos para hacer unos monólogos tan intensos como los que hago”, admite el actor. Pero él se ha arriesgado. Y ha acertado. De la obra sobre la vida de Tennessee Williams lleva ya 554 representaciones. "Estos tres personajes me han salvado la vida", admite Peraferrer. Se lo han salvado, aclara, porque le han permitido mantenerse vivo en el mundo de las artes escénicas y ha podido volver a hacer el teatro que a él le gusta en un momento "difícil" en el que “no se valora el experiencia ni la madurez de los actores y parece que si no protagonizas una serie de Netflix, ya no puedes ser feliz”. "Cuando más sabemos, entonces no nos llaman", lamenta.

El artista, un superviviente

El último año y medio ha sido también un momento difícil para Martí Peraferrer porque ha perdido a sus padres y ha dejado, forzado, su trabajo como director del Festival de Teatro Amateur de Girona, el FITAG, después de 18 años. Pero Peraferrer asegura que el oficio de artista enseña a no rendirse nunca ante las contrariedades y asumirlas buscando oportunidades, y él las ha encontrado a base de imaginación, persistencia, trabajo duro y teniendo presente la experiencia vital de sus personajes, de los que dice: "Yo soy ellos y ellos son un poco yo". De Van Gogh, por ejemplo, menciona este consejo: "No pierdas el tiempo ocupándote de lo que la gente piense de ti". De Tennessee Williams destaca que el éxito y el fracaso pueden ser igual de destructivos. De Nureyev, que puedes tenerlo todo en la vida y al mismo tiempo encontrarte terriblemente solo.

La soledad querida en Vidreres

Al margen de los retratos de estos tres personajes, en su casa de Vidreres ha traído recuerdos, fotos, carteles, y todo tipo de objetos que ama y que delatan una vida intensamente dedicada al teatro. La reforma que realizó en esta casa y esos objetos personales que hoy la llenan la han convertido en su santuario, un hogar sin ningún vestigio de la casa inhóspita que era años atrás, cuando pertenecía a una tía de su padre. “Era una mujer muy vieja, siempre vestida de negro, y la casa estaba muy oscura. De pequeño lloraba cuando iba con sus padres”, recuerda Peraferrer. En los últimos años vivieron los padres del actor, muy queridos en el pueblo, donde él también se ha sentido muy bien acogido. Instalarse en un pueblo después de haber vivido durante muchos años en pleno Barri Vell de Girona, en Barcelona, ​​en Madrid y en Costa Rica, y de haber viajado mucho, le conlleva ciertos inconvenientes, como tener que coger el coche para ir al teatro, al cine, a una exposición... pero Peraferrer destaca sus aspectos positivos, como el contacto con la naturaleza (las caminatas a pie hasta el castillo de Sant Iscle), la proximidad con el mar y la tranquila dad. "Estar aquí me ha activado la vena creativa: leo más, escribo más, pienso más. Los artistas necesitamos espacios de recogimiento y aquí te encuentras más a ti mismo, en tu soledad querida".

En la piel de Montserrat Vayreda

Últimamente, otros muchos personajes le han llamado a la puerta. Tales como Montserrat Vayreda, la poeta ampurdanesa con la que Peraferrer compartió amistad y proyectos literarios y sobre la que ha creado un espectáculo con motivo del Año Montserrat Vayreda. "Empezar a los 16 años en la compañía Tripijoc y estar hoy aquí en Vidreres con 58 años sacando adelante proyectos interesantísimos me hace sentir un privilegiado", dice Peraferrer, aunque admite que "las cosas podían haber ido mejor" y se muestra convencido de que vivir en Girona y reivindicarse como gerundense no le ha allanado el camino como actor profesional.

No acabó sus estudios en el Institut del Teatre porque le vinieron a buscar para hacer un musical en el Condal. Después vendrían contratos en televisión, como presentador del programa Sputnik o para actuar en series como El corazón de la ciudad. También papeles en obras en grandes compañías, como la de Flotats, la de Silvia Munt, la de Pep Munné. Una época que añora por cómo los actores vivían el teatro, haciendo piña, creando entre ellos una especie de "familia teatral".

Teatro en el comedor de casa

Aunque asegura que ahora no está en contra de los grandes espectáculos –"Si mañana me llaman para ir al Teatro Nacional iré", dice–, ahora saborea el teatro de proximidad, de kilómetro cero, en espacios pequeños, teniendo a los espectadores en tocar, sabiendo que le ven chorrear la lágrima, el movimiento de las cejas, el dolor reflejado en el rostro... El teatro en el comedor de casa que él instauró durante las restricciones impuestas a raíz de la pandemia de cóvido y que tuvo un gran eco mediático. Si los espectadores no podían ir al teatro, él llevaba el teatro al espectador.

Y hoy sigue haciéndolo. Como gesto de generosidad, de resistencia, de obrero de las artes escénicas, de un actor que, como le ocurría a Tennessee Williams, vive por el teatro y el teatro le mantiene vivo.

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