Lingüística

La otra 'invasión' de 1714: los castellanismos que han colonizado el catalán

Frederic Perers recoge en 'El efecto Villalpando' más de 400 castellanismos que hemos adoptado y que han arrinconado a otras palabras catalanas

Detalle de la instalación que pudo verse en el Museu de Valls (2015).
07/12/2024
5 min

BarcelonaFue a partir de un viaje a la India cuando Frederic Perers (Barcelona, ​​1974) empezó a pescar castellanismos. En el país asiático se dio cuenta de lo presente que era el inglés en el habla coloquial en hindi. "Si con 90 años de ocupación británica ya se percibía el rastro del inglés en la terminología moderna, en nuestro caso, después de tres siglos de desoficialización de la lengua, la influencia iba a ser mucho mayor", pensó. . La diferencia es que detectar los préstamos en el caso del catalán y el castellano es mucho más complicado, por la vecindad inevitable y porque son dos lenguas que provienen del mismo tronco. Esto ha hecho (y sigue haciendo) que los castellanismos pasen desapercibidos y acaben siendo asimilados con facilidad.

Durante años este diseñador y artista visual especializado en lengua y memoria histórica se dedicó a inventariar todos los castellanismos que iba encontrando referenciados en obras canónicas, como el diccionario etimológico de Joan Coromines (DECLC) y el Alcover-Moll (DCVB), o directamente en artículos de filólogos como Gabriel Bibiloni, Jem Cabanes o Carles Castellanos. Recogió más de 400. "Buscaba una cifra, como quien busca la temperatura del enfermo. Es sobrecogedor, ver tantos juntos", afirma. Pero es que, además, cuando los dispuso por siglos, en función de la entrada de la palabra al catalán, ante sus ojos le "apareció la historia del país", sentencia.

Los primeros castellanismos que se pueden encontrar en textos datan del siglo XIII, como en el Libro de los feyts.Hasta el siglo XV hay un trasvase "normal de vecindad, que es enriquecedor", dice Perers. Todas las lenguas son porosas y las palabras viajan libres. enyorar, papel, festejar, forastero o clavel. Pero con la entrada de la dinastía castellana de los Trastámara y en especial después del Decreto de Nueva Planta, "la relación de igualdad se rompe y llega un gran alud de castellanismos, el descontrol, que es donde nos encontramos todavía ahora". "Sin una situación de dominación política, esa subordinación lingüística no habría pasado de la misma manera", expone Perers. Por eso ha titulado el libro El efecto Villalpando (Andana), el apellido del fiscal del Consejo de Castilla que, en una instrucción secreta de 1716, pedía la castellanización "de forma que se consiga el efecto sino que se note el cuidado".

Cubierta de 'El efecto Villalpando'.
El autor de 'El efecto Villalpando', Frederic Perers.

El volumen es un divertimento para aficionados a la lengua, porque permite recuperar palabras genuinas que el castellanismo ha arrinconado (llaga por llaga o fraude por estafa), e incorpora la información extraída de las fuentes lingüísticas. Por ejemplo, se ve el desacuerdo en el origen de términos como caldo, clero o borracho. A su vez puede ser un tormento tanto para quienes les martiriza la tolerancia a las interferencias como para quienes sacan hierro y han acogido los castellanismos normativos como hijos propios. Perers no ha incorporado los castellanismos no normativos porque serían inalcanzables, y tampoco las palabras que llegan del español cuando el catalán no tenía palabra preexistente (como loro, chocolate, vainilla, caoba, mono, hamaca, tomate, etcétera).

"El libro no va a decir cómo hablar o no. Ni soy virgilista ni anti-IEC, digo que seamos demasiado permisivos ni que lo seamos demasiado poco –puntualiza Perers, que señala que es más dramática la degradación de la sintaxis–. Ahora mismo tampoco estamos en disposición de elegir: lo que quiero es que se hable catalán y, a ser posible, lo mejor posible". Sin embargo, Perers sí quiere que el libro sea un toque de atención que haga tomar conciencia , y por eso abre una pregunta retórica: "¿Hasta cuándo una lengua podrá resistir la presión de una lengua vecina más poderosa y con un estado?" castellanismos que no dirías que lo son

'Ayuntamiento' en vez de 'común', 'consejo' o 'paeria'

Con el Decreto de Nueva Planta se uniformizó toda una nueva organización del régimen local: es cuando aparecen los ayuntamientos o corregimientos, con su alcalde y sus concejales, que sustituyen a los jurados, los cónsules y los hombres de consejo de las universidades catalanas.

'Asunto' en vez de 'asunto'

Entró oralmente como asunto (o asunto en valenciano) para hablar del tema de un sermón o para dar vuelo fraseológico a un hecho. Durante la Renaixença ya aparece adaptado al catalán como si hubiera venido del latín como assumptum. "Es el camuflaje perfecto: convertir una palabra forastera en catalana recurriendo a la ucronía ya un buen traje de grafía etimológica", dice Gabriel Bibiloni. Es el recurso habitual de la lengua también para adaptar los neologismos.

'Bodegón' por 'naturaleza muerta'

Mientras en francés y en italiano han mantenido la naturaleza muerta, en catalán, ya en 1600, se calcó este bodegón, que literalmente quisiera decir bodega pequeña.

'Carca' por 'retrógrado'

Viene del castellano, y sería una abreviación de carcunda, en el sentido despectivo de reaccionario o conservador, que es un galicismo que altera corcova, que significa joroba.

'Estiuear' para 'pasar el verano'

Cuando empezaron a existir las personas que pasaban el verano en un lugar que no era su casa (entre los años cuarenta y sesenta) se calcó la fórmula veraneando, que tiene la interferencia léxica y morfológica del verano castellano. El castellanismo se maquilló con éste veraneando.

'Mandonguilla' por 'balón de carne'

Por si esta terminación en -isla no fuera suficientemente sospechosa, resulta que llega a principios del siglo XX del castellano por el cruce dealbondiguilla (de origen árabe) y el mondongo, un plato típico latinoamericano hecho de tripas.

'Pillet' por 'murri'

El diccionario normativo no ha aceptado pillo (por esta -o final?), pero sí introduce pillet y pillería, que se utilizan desde mediados del siglo XIX para designar los pícaros. Es un derivado del pillo castellano, que a su vez vendría del pileare latín, que significa robar. En la acepción más moderna, pillar se utiliza coloquialmente por coger.

'Rezar' para 'orar'

Mientras nuestros vecinos mediterráneos han mantenido el prier y rezar, el catalán calcó el rezar castellano como mínimo desde 1647. Según Joan Coromines fue "obra de los predicadores butifleres y acastellanos que tanto dominaron en los siglos XVI-XVIII, al tiempo que otros castellanismos de iglesia, como entregar, llaga, etc."

'Salón' por 'sala'

Tradicionalmente, el Saló de Cent era conocido como la Sala de Cent. El salón en el sentido de espacio lujoso y solemne se impone copiando el aumentativo castellano acabado con -dónde, que en catalán, genuinamente, se formaría con -ás/asa.

'Sereno' por 'vigilante de noche'

El nombre proviene del vigilante que hacía la ronda de noche y anunciaba periódicamente la hora y el tiempo; en castellano, "Las tres en punto y sereno (o lloviendo)". Fueron unos funcionarios establecidos en Barcelona, ​​Valencia y Palma, y ​​en otras ciudades, por los ayuntamientos y las audiencias borbónicas a finales del XVIII o principios del XIX, "que con la excusa del tiempo vigilaban a los patriotas que todavía hacían algún raid nocturno", escribe Coromines.

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