Isaac Padrós, político ciego: “Enamorarse a oscuras es muy bestia”

Una historia de amor y de superación

En septiembre del 2014, el político Isaac Padrós sufrió un accidente que le dejó ciego. Aquellos primeros meses no entendía por qué había tenido que pasarle a él: se transformó en una persona autodestructiva. “Estás indignado, cabreado contigo mismo. ¿Por qué me ha pasado a mí, con la de malparidos que hay en el mundo?”, piensas. Y, entonces, llega un momento en que, no sabes cómo, haces un clic y empiezas a canalizar esa energía desperdiciada. Y dices: vale, me ha pasado esto y tengo que aprender a convivir con él”, relata Padrós.

Así fue como, un año después, ya más sereno, se fue al banco porque quería comprar un piso adaptado a la nueva situación. La persona que le atendió fue Carme Tèrmens Castells. “Me gustó al instante por algo muy sencillo: me hablaba como si nada, sin paternalismo, sin ese ay y pobrecito”. “Conocer a alguien y enamorarse a oscuras es muy bestia”, afirma.

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Lo que él percibía iba mucho más allá de lo que puede verse con los ojos. “Aparecen otras cosas, la ves de otra forma. Cuando me veía entrar en el banco me abría la puerta y me ofrecía el codo. Yo notaba su altura, el tacto de la piel, la forma de andar, el tipo de ropa que llevaba, el olor…”, enumera Padrós. El tacto fue muy importante. “A una persona invidente no puedes decirle «firma aquí». Carmen me ponía el bolígrafo en la mano izquierda y me colocaba el índice de la mano derecha donde tenía que firmar. Este juego de dedos fue muy especial: te cojo el dedo, te lo pongo aquí... Yo percibía las manos de una persona que se cuida. Con todo detalle, y así vas construyendo este tipo de sudoku gigante sobre cómo es la otra persona y por qué te gusta”.

Un día Padrós quiso enseñarle el piso que se había comprado. “Después del accidente me había autoconvencido de que nunca encontraría pareja, así que lo compré pensando en Guilty y en mí: mi perro lazarillo sería mi pareja”. Cuando Carmen vio el piso, le dijo: “Para ti y para el perro es perfecto, tendrá espacio de sobra”. Unos años y varios cafés después, ese piso se ha quedado pequeñísimo. “Ahora en casa somos Carme, Anna, nuestra hija de tres años y medio, Oriol, hijo del primer matrimonio de Carme, que tiene 15 años y hace metro noventa, un servidor y Guilty. Hemos pasado de dos a cinco”, dice contento el político.

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Padrós explica que quedarse ciego al principio le destruyó y que revertir la situación le hizo sentir muy poderoso. “Aprendes a quererte de otra forma. Este amor por ti mismo es una segunda oportunidad que te ha dado la vida, y que te permite amar también a los demás. Hay quien vive una vida y hay quien vive dos”.