Israel tritura simbólicamente la carta de la ONU, que aprueba simbólicamente el estado palestino
Ha sido un día de símbolos en la Asamblea General de la ONU. Uno de estos símbolos ha sido la votación histórica de una resolución que anima al Consejo de Seguridad en reconsiderar la admisión de Palestina como Estado miembro de pleno derecho. El enfado de la mayoría de los países (143) con Israel y Estados Unidos –que eran, de hecho, los destinatarios de la resolución, ya que son ellos los que lo vetan una y otra vez en el Consejo de Seguridad– es cada más evidente. Los votos de Estados Unidos e Israel fueron dos de los nueve votos en contra, pero también hay que sumarle Argentina, con un Milei totalmente alineado con el gobierno de Benjamin Netanyahu, Chequia, Hungría, Micronesia, Nauru, Palau y Papúa Nueva Guinea.
Este documento, sin embargo, es simbólico porque, como ha explicado el embajador adjunto de Estados Unidos ante la ONU, Robert Wood, la resolución quedará en nada porque Estados Unidos no votará a favor hasta que no haya un "acuerdo sobre el tema entre las dos partes". Ahora mismo es tanto como decir nunca. Lo mismo que le ha dicho, también, Antony Blinken, el jefe de la diplomacia estadounidense, al ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, de visita ayer en Washington. España, Irlanda, Eslovenia y Malta tienen previsto reconocer el estado palestino este mismo mes, al parecer el día 21, y el viaje se ha leído como un aviso previo a los aliados estadounidenses para que no haya problemas posteriores.
El otro símbolo del día ha sido la performance del embajador israelí, Gilad Erdan, que trituró en una pequeña máquina transparente la carta de Naciones Unidas. Lo hizo diciendo que son los demás quienes lo han desmenuzado, pero la lectura del mundo es que ha demostrado gráficamente lo que piensa Israel de los derechos humanos y de la carta de la ONU que creó, precisamente, el estado que tanto dice defender.
Eso sí, de la votación, Palestina sale algo mejorada, porque ahora tendrá asiento y opción de proponer y participar en la Asamblea, aunque sigue sin tener derecho a voto. Es una triste victoria si tenemos en cuenta que, más allá de los símbolos, la realidad es que el ataque a Rafah sigue: cada día hay decenas de civiles asesinados que se suman a los cerca de 35.000 muertos desde el inicio de la invasión . El cierre de los pasos fronterizos está volviendo a llevar a los hospitales y servicios básicos a mínimos después de un ligero e insuficiente alivio en las últimas semanas.
Mientras tanto, crecen las protestas de estudiantes en todo el mundo –también en Barcelona–, y parece que esta vez Joe Biden se ha puesto más fuerte con Netanyahu amenazando con dejar de enviarle armamento si no renuncia a ocupar del todo Rafah. Veremos si lo cumple. El primer ministro israelí ya ha sacado hierro y ha asegurado orgulloso que seguirán haciendo lo que quieran. Es toda una humillación para Biden, que, además, ve cómo el votante demócrata está cada vez más inquieto con las imágenes del genocidio en Gaza. Es necesaria aún más presión internacional a todos los niveles, y aquí Estados Unidos es fundamental para conseguir detener esta barbarie y obligar a Israel a aceptar un alto el fuego que dé tregua a tanto sufrimiento.