Homenotes y danzas

El líder algodonero que gobernó el Banco de España

Además de la actividad empresarial, Lluís Sedó fue político y confidente de Cambó y presidente de Foment

Uno de los patrimonios fabriles del algodón más interesantes que hay Cataluña está en el municipio de Esparreguera y se corresponde con la Colònia Sedó. La crisis que asoló el sector textil catalán desde finales de los años setenta obligó a bajar la persiana a multitud de empresas de este ámbito y la firma familiar Manufactures Sedó no fue una excepción. El aspecto decadente del negocio en aquel 1980 en el que cerró definitivamente no debe hacer olvidar que la empresa llegó a ser la número uno del textil en Catalunya -y, por tanto, también de todo el Estado- después de superar el gigante que gestionaba la familia Muntadas, la mítica España Industrial. El responsable de que Manufactures Sedó consiguiera ese puesto de privilegio fue Lluís Sedó, que heredó la empresa de su padre cuando éste murió (1902) y que conjuntamente con su hermano Artur la proyectó en lo alto de los rankings.

La construcción de la presa del Cairat, en el desfiladero del mismo nombre, le permitió aprovechar el agua del Llobregat para generar la energía eléctrica que necesitaba para alimentar las máquinas de la colonia. Se considera que dispusieron de la primera central hidroeléctrica de Cataluña y también del Estado. En paralelo, se interesó por las innovaciones tecnológicas, como el sistema de estirajes que se inventó Ferran Casablancas, y colaboró ​​con Filatures Casablancas para la difusión del invento. En cuanto a los productos, también fue pionero, al sacar al mercado la entonces innovadora pana de algodón.

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Se casó con Florentina Peris-Mencheta Guix, hija del fundador y propietario del Noticiero Universal. Se da la circunstancia de que su hermano Artur, que también tenía responsabilidades ejecutivas en la empresa familiar, se casó con otra hija de Francesc Peris-Mencheta, Dolors Peris-Mencheta Guix. Lluís Sedó Fijó su domicilio en el número 20 del paseo de Gràcia, donde hoy está la sastrería Bel.

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Con el título de abogado y formación industrial, aparte de dirigir el principal conglomerado algodonero del país también tuvo una actividad política y social muy intensa. Desde el punto de vista político militó en la Liga Regionalista pero antes de la creación del partido de Cambó ya había sido diputado en Madrid con el Círculo Reformista, la extensión catalana del Partido Liberal Reformista. Su amistad con Cambó le convirtió en su confidente, sobre todo en los movimientos enterrados del político de Verges para aprobar el proyecto de Estatuto de Autonomía de 1919. Previamente había sido uno de los ideólogos del nacimiento de la Mancomunidad.

También fue senador (con una intensa actividad legislativa), para acabar culminando su carrera en las instituciones como gobernador del Banco de España (1921-22), el primer catalán en ocupar este cargo, desde de donde logró la aprobación la ley de ordenación bancaria. En el ámbito asociativo presidió el Fomento del Trabajo (1911), y cuando la Cámara de Comercio e Industria de Barcelona se escindió en dos entidades presidió la Cámara de Industria (1912-1914 y 1918-1921), que no era mucho más que una réplica del propio Fomento. Dentro de la patronal catalana representaba al sector más sensible a las reivindicaciones obreras. Ante la caída de la demanda en el mercado en las antiguas colonias españolas -perdidas en 1898-, impulsó la creación de Mutua de Fabricantes para intentar revertir la situación.

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En el ámbito privado, aparte de la gestión de la compañía familiar, estuvo muy vinculado con el Banco Urquijo, tanto a la entidad matriz (consejero entre 1921 y 1952, y vicepresidente los cuatro últimos años) como a través de su filial catalana (fue miembro del consejo de administración entre 1919 y 1944) y del participado Banco Mercantil de Tarragona. También tuvo tiempo de ejercer el periodismo, a través de una serie de escritos sobre economía y comercio que publicó en el Diario del Comercio. Tanta hiperactividad le valió para recibir la Gran Cruz de Isabel la Católica, una distinción de carácter borbónico que se otorga por servicios a la nación.