Se necesitan medidas más eficaces para proteger a los motoristas

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Una de cada cuatro motos en Barcelona arranca con el semáforo todavía en rojo, según un estudio del RACC.

Las motos son los vehículos de motor más vulnerables, en las carreteras y en las ciudades. Y mientras que las muertes en accidentes de circulación descendieron un 13% en Catalunya el año pasado, las de motociclistas aumentaron un 20%, hasta las 53 víctimas, según el último balance de la dirección general de Trànsit. De hecho, el 45% de los fallecidos en accidentes viarios durante el pasado año eran motoristas, ciclistas y peatones. Algo no se hace bien, si crecen las muertes de motoristas. Por eso tiene sentido que el ministerio del Interior anuncie medidas como obligar a quienes circulen por carretera a llevar casco integral y guantes homologados. Sin carrocería, se utilizarán los elementos de seguridad adecuados a la velocidad y al peligro que conlleva cada vía. Por eso, de entrada, también parece lógica la intención del ministro Fernando Grande-Marlaska de exigir un curso obligatorio a los conductores de coche con más de tres años de antigüedad que quieran pilotar una moto de hasta 125 centímetros cúbicos. Ahora pueden hacerlo automáticamente, aunque no tienen por qué tener ningún conocimiento práctico y teórico para llevar un vehículo de dos ruedas, que no tiene nada que ver con un coche. La pregunta que queda por resolver es si este curso se hará con sentido, si ayudará a los ciudadanos a aprender o si será sólo otra traba burocrática, otro filtro económico y de tiempo. Esto sólo garantizaría que hubiera menos motoristas, pero no que supieran más qué se hacen. -_BK_COD_

Ahora mismo, para sacarse el A2, que permite llevar motocicletas con potencia para coger bastante más que 120 kilómetros por hora, hay que hacer tres exámenes: uno teórico, uno circuito y uno circulación. Pero ninguno de los dos exámenes prácticos prepara a los pilotos para reaccionar en situaciones de riesgo. El de circuito está enfocado sobre todo a maniobras a baja velocidad –incluso en la parte rápida, los recorridos son demasiado pequeños para hacerlo de otra forma– y los aspirantes, más que a pilotar, aprenden a superar esta prueba concreta . El de circulación incluye un tramo por vía rápida, pero suele ser breve y la mayor parte del recorrido se centra en zonas urbanas. Pasar todo el proceso, además, es caro y lento, sobre todo en las grandes ciudades, donde cabe esperar meses para conseguir fecha para cada uno de los exámenes prácticos.

Si realmente se quieren evitar muertes de motoristas habría que repensar todo el proceso de formación y examen de los pilotos y darles herramientas que, más que permitirles superar pruebas, les ayuden a viajar y reaccionar con seguridad. Además, aparte de obligar a los motoristas a tomar más medidas de protección ya tener más conocimientos, es necesario actuar también con el resto de conductores para hacerles conscientes de que ciclistas, peatones y motoristas son extremadamente vulnerables. Y, sobre todo, resolver los problemas que favorecen o agravan los accidentes, como la pintura resbaladiza de los pasos de peatones y las barreras de seguridad metálicas que siguen instaladas en muchas carreteras.

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