El mundo pequeño de...

Salvador Sunyer i Bover: "Las novedades culturales saldrán cada vez más de las periferias"

Director del Temporada Alta

SaltoLas bambalinas del Teatro de Salt hierven de personal. El gran festival gerundense de artes escénicas acaba de poner en marcha motores y decenas de personas trabajan a todo trapo en lo que a primera vista parece un espacio diminuto. Sí, estamos en la sede de Bitò Produccions, donde se cuece el Temporada Alta, el festival organizado entre tres amigos bien avenidos que empezó en el Teatre Municipal de Girona con sólo “cuatro miserables espectáculos y 6.000 euros de presupuesto”. Ahora acaba de programar la edición más ambiciosa e internacional de sus 33 años de historia. Detrás de toda esta maquinaria bien engrasada sigue habiendo Salvador Sunyer y Bover (Salt, 1957), que con su ademán socarrón me recalca que él no es la noticia, sino la programación de un festival que ha creado un caldo de cultivo teatral difícil de reproducir en otras ciudades. Yo insisto, y muy rápidamente me abre las puertas de su pequeño mundo glocal: el Salto donde creció, del que no se ha ido, y donde ha traído con el Temporada Alta muchas de las mejores compañías del mundo mientras impulsaba a nivel internacional lo mejor que tenemos en casa.

El teatro de Salt

Cuando tenía 10 años, Sunyer se mudó a vivir a sólo 200 metros de lo que hoy en día es su oficina, ubicada en el Barri Vell de Salt. Se había criado muy cerca, pero en un lugar que entonces parecía ser un pueblo diferente: el Veïnat de Salt. "Me pasé cuatro años yendo con el carrilet [antiguo tren que unía Olot con Girona] a la escuela", recuerda. Ya de adolescente, el lugar en el que hoy tiene el despacho se convirtió en el bar de encuentro con sus amigos. Era Can Panxut, un “teatro desguazado” en el que nació el grupo amateur que acabó actuando en el Grec de Barcelona, ​​El Talleret de Salt. Sunyer recalca que nunca formó parte, pero sí es donde se forjaron sus socios de viaje: Quim Masó y Josep Domènech. "Mi gran pasión es la literatura, la segunda la cocina y la tercera el teatro, y me acabé dedicando a ello gracias a los vínculos de amistad", dice.

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El Talleret de Salt fue una de las muchas semillas en el terreno cultural que llevaron al Ayuntamiento a arreglar lo que hoy es el Teatro de Salt, inaugurado en 1997 y que desde entonces ha contado con la gestión de Bitò . “Tener un teatro para una productora es ideal”, reflexiona Sunyer, que da un paso más sobre la fecundidad creativa de su pueblo: “En Salt ha pasado algo curioso: como decía Modesto Prados, muchas de las cosas potentes de Girona surgen en Salt. Yo creo que cada vez ocurrirá más que las cosas culturales saldrán de las periferias. Bien, ya hace muchos años que pasa. Las periferias serán cada vez más uno sino varios centros para la ciudad. Porque es dónde pueden ir a vivir no sólo los artistas, sino la gente joven”.

La Coma-Cros

Bajando en dirección al Veïnat de Salt desde el Teatro, primero por la calle Larga y después por la calle Sant Dionís, se llega al otro gran equipamiento cultural del municipio. Se trata de la antigua fábrica Coma-Cros, reconvertida en Factoría Cultural. “Es un espacio que me ata mucho porque mi abuela, Leonor Aimeric, trabajaba en el telar –rememora Sunyer–. Cuando mi padre tenía un mes de vida, ella tuvo que volver y criarlo debajo de la máquina. Tenía una manera de acunarle mientras manejaba el telar”. Aquel niño se convirtió en el primer alcalde democrático de Salt y el padre de cinco hijos, a los que leía cada día en voz alta al menos tres cuartos de hora.

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El Canal

Muchos años más tarde, su nieto fue uno de los impulsores de lo que es actualmente el Centro de Creación Escénica El Canal, al que se dio hace un año un nuevo empuje como espacio para la creación con distintas residencias después de una década sin financiación. La idea del nombre vino del mismo Sunyer, en recuerdo a la acequia Monar. “Era donde nos bañábamos en verano. El agua del Ter se desviaba a Bescanó para regar las huertas. Entonces no había rejas y te dejabas llevar por la corriente y salías donde podías”. La Coma-Cros hoy en día también alberga la biblioteca pública Iu Bohigas. Para Sunyer y Bover tiene un sentido especial, también, puesto que su madre, Maria Carme Bover y Calvo, trabajó y dirigió la biblioteca de Salt.

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El Ayuntamiento

El recorrido por el mundo pequeño de Salvador Sunyer termina frente al actual Ayuntamiento de Salt, que fue la escuela de los “hermanos” donde estudió hasta los 10 años, la antigua La Salle. Es una manera de conducirnos al proyecto puesto en marcha por Bitò Produccions y el Temporada Alta en 2013 con la Fundación La Ciudad Invisible, cuyo objetivo es explorar las vías para desarrollar la cultura como herramienta de transformación y evolución social, sobre todo entre los más jóvenes. Tienen una serie de proyectos con escuelas de Salt y Girona que para Sunyer deben servir para "crear un imaginario común de país" en un momento de pérdida de referentes. "Si les damos un imaginario más o menos común, tendrán una manera de relacionarse lo que acaba de llegar a Salt hace seis años y los que viven en el centro de Girona", asegura.

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Le expongo la complejidad y los graves problemas de segregación, pero si Sunyer y Bover tiene algo es la persistencia y la constancia. Como cuando se atrevió a subtitular obras de teatro y ahora es ya la tónica general del festival. “En Salt, cuando yo era pequeño, nadie sabía hablar castellano –recuerda–. Hacer entrar poco a poco a imaginarios culturales comunes nos ayudará a cohesionar las cosas. Sé perfectamente que no vamos a cambiar el mundo, y creo que pensarlo es lo peor que puedes hacer, porque al cabo de cuatro días te das cuenta de que es una excusa para no hacer nada. Debemos intentar hacer cosas pequeñas pero que tengan un sentido”.