Una pérdida de influencia financiera catalana
El anuncio de que el BBVA pretende absorber al Banc Sabadell (aunque formalmente sea una fusión) es una noticia que puede tener sentido para ambas entidades y sus accionistas, que pasarían a formar un megabanco en un mundo cada vez más competitivo, pero también plantea algunas sombras que habría que remarcar. La primera y más visible es que se acentuaría la concentración bancaria actual, en la que de unos sesenta entidades a principios de la década del 2010 se ha pasado a menos de una decena ya la creación de tres grandes polos bancarios: CaixaBank, Santander y BBVA. El Banc Sabadell es una pieza especialmente interesante para cualquiera de estas entidades, porque se trata de un banco de tamaño medio saneado que ha multiplicado su valor en bolsa en los últimos años. De hecho, hace sólo cuatro años el BBVA ya hizo un intento de compra y llegó a ofrecer 2.250 millones de euros, pero el presidente del Sabadell, Josep Oliu, dijo que era insuficiente y pedía un mínimo de 2.500. Hoy el banco vale 9.500 millones en bolsa; por tanto, éste sería el precio mínimo de compra. Diciendo que no hace cuatro años, Oliu habría multiplicado por cuatro el valor de compra y estaría en disposición de asegurar mejor su posición dentro del futuro banco.
Las fusiones, sin embargo, siempre conllevan costes laborales y, por tanto, es previsible que, de llevarse a cabo, provocaría lo que ya hemos visto tantas veces estos años: cierre de oficinas y pérdida de puestos de trabajo. Y el resultado sería un mapa bancario menos plural y, hay que subrayarlo, con menor influencia catalana. De hecho, el peligro de estas operaciones es que acaban desdibujando el antiguo mapa financiero catalán, esa red de entidades que ha sido clave en el desarrollo económico del país porque estaba en estrecho contacto con el tejido productivo y conocía mejor sus necesidades . Así pues, al igual que no fue una buena noticia para la economía vasca la fusión del Banco Bilbao Vizcaya con Argentaria, que propició el nacimiento del BBVA pero desplazó al centro de poder de Bilbao a Madrid, ahora la sede del nuevo banco resultante también estaría ubicada en la capital del Estado, que es la gran beneficiaria de todos estos procesos de concentración empresarial y de capital.
"No queremos menos entidades bancarias sino más", ha dicho la consellera de Economía, Natàlia Mas, quien ha alertado de los riesgos para la competencia, en línea con lo que ha dicho su homólogo en Madrid, Carlos Cuerpo. Y es que, sin querer sonar catastrofistas, cabe recordar que fue la excesiva concentración bancaria, en entidades que eran too big to fail, las que provocaron el colapso financiero de 2008 y la Gran Recesión posterior. Y sin querer parecer tampoco nostálgicos, se puede afirmar que entre la proliferación de cajas de ahorros y bancos que se vivió en los años 80 y 90 y la concentración actual, quizá habría que encontrar un punto medio que asegurara un tamaño más humano a un sector en el que la competencia será cada vez más difícil.