Homenotes y danzas

La primera editora de un diario

Eulàlia Ferrer dirigió el 'Diari de Barcelona' gracias, en parte, a los privilegios reales que recibió

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Eulalia Ferrer Montserrat 1780-1841

La presencia de las tropas napoleónicas en la península Ibérica tuvo toda una serie de consecuencias sociales por el juego de intereses entre los que buscaban hacerse un hueco en la nueva realidad de la Cataluña francesa y aquellos que se resistían al nuevo orden geopolítico. Esta ventana de oportunidad fue muy bien aprovechada por el matrimonio formado por Eulàlia Ferrer y su marido Antoni Brusi, que una vez los franceses esparcieron la niebla vieron retribuidos por la monarquía española su esfuerzo contra los ocupantes. Por una parte, Eulàlia Ferrer formaba parte de la quinta generación familiar de libreros, y, por otra, Brusi procedía de una familia enriquecida con el comercio de la seda y había aprendido el oficio de impresor. Se casaron en 1799 y unieron sus actividades, que tenían como palo de pajar la impresión, un sector muy importante en la época.

Como decíamos, una vez la presencia francesa en Cataluña era ya sólo un recuerdo, consiguieron del rey de España Fernando VII el privilegio de editar el Diario de Barcelona, que hasta entonces pertenecía a Pablo Husón desde la fundación, en 1792. Esto ocurría en 1814 y marcó el inicio de una época de crecimiento de los negocios familiares, que llegarían al cenit durante la década de los años veinte del siglo XIX. La importancia de disponer de un diario era capital para un negocio de impresores, dado que permitía sacar mayor rentabilidad de las caras imprentas que tenían instaladas; con los libros no era suficiente.

El siguiente giro de guión se produjo con la epidemia de fiebre amarilla de Barcelona, ​​que en 1821 dejó varios miles de muertos en la ciudad en sólo medio año de incidencia. Una de las víctimas fue precisamente Antoni Brusi, que abandonaba ese mundo con sólo 45 años. Su viuda respondió a la desgracia con determinación, cogiendo el mando de los negocios con la firme voluntad de hacerlos crecer aún más. En ese momento sus actividades eran la impresión de todo tipo de libros, la edición del Diario de Barcelona y otras gacetas menores y, sobre todo, el negocio de litografía que ellos mismos habían introducido en el Estado y del que tenían la exclusiva.

La determinación de Eulàlia Ferrer dio frutos y la década siguiente sería un período de oro, además de convertirse en la primera mujer editora de un diario. En un mercado en el que los privilegios reales eran una pieza clave para conseguir la exclusividad sobre determinados productos, los contactos eran fundamentales. Y Ferrer tenía muchos. Una vez liquidado el Trienio Liberal (1820-1823), la empresaria movió hilos para renovar el privilegio sobre el Diario de Barcelona, lo que consiguió en 1824.

Durante el resto de la década, la imprenta de Eulàlia Ferrer se consolidó como la más importante de Barcelona, ​​con mucha diferencia respecto a la segunda de la lista. Y esto a pesar de los continuos ataques de la competencia para poner fin a sus privilegios reales, con la intención de publicar productos periodísticos similares al Diario de Barcelona. La visión de la empresaria editorial iba mucho más allá del día a día, por lo que incidió en la formación de su hijo. Le hizo viajar por toda Europa, para ver cómo se funcionaba al otro lado del Pirineo, y también se preocupó por que aprendiera idiomas.

Durante los años treinta del siglo XIX, determinadas modificaciones legislativas que prohibían informar de política y sobre la vida de la familia real generaron un descenso de ventas importante porque eran dos ámbitos que interesaban mucho a los lectores. Esto, junto con la aparición de una incipiente competencia, hizo entrar al Diario de Barcelona en una crisis lo suficientemente importante para empezar a tener pérdidas y comerse los beneficios de las otras actividades, como la imprenta. Al final de la década, con la posibilidad otra vez de incluir noticias políticas en el diario, además de una cierta inversión en tecnología que hizo más eficiente el proceso de impresión, Diario de Barcelona dio la vuelta a los resultados y volvió a generar beneficios. Y, justo superada la crisis, Eulàlia Ferrer murió víctima de un ataque al corazón. La sucesión había quedado bien ligada a manos del hijo, Antoni Brusi Ferrer.

El Diario de Barcelona continuó en manos de la familia durante muchos años más, y no fue hasta 1923 que la bisnieta de Eulàlia Ferrer tuvo que ceder su propiedad al empresario Damià Mateu a raíz de la imposibilidad de asumir las pérdidas que generaba .

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