Neurociencia

¿Por qué tenemos recuerdos que duran toda la vida?

Un estudio publicado en 'Science Advances' ofrece una explicación biológica a la memoria a largo plazo

BarcelonaLa primera vez que viste la nieve, una noche de reyes mágica o el día que nació tu hermano pequeño. Aunque pase el tiempo, hay recuerdos que conservamos toda la vida. ¿Pero cuál es el mecanismo que lo hace posible? Una investigación pionera realizada por un equipo de investigadores estadounidenses, publicada en Science Advances, ha proporcionado una explicación biológica a los recuerdos a largo plazo. La clave de la investigación es entender el rol de una molécula, llamada KIBRA, que actúa como pegamento con otras moléculas y permite que la memoria se estabilice y se solidifique a largo plazo.

Responder cómo el cerebro almacena los recuerdos es una de las grandes preguntas a las que la neurociencia no ha encontrado una solución definitiva. Ahora bien, la respuesta más sencilla es que el propio cerebro se reestructura con cada recuerdo a través de las acciones de las sinapsis, es decir, cuando las neuronas se comunican entre sí para transmitir información. En este proceso se forman y almacenan los recuerdos.

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"Cuando se forma un recuerdo, la conexión entre las neuronas cambia", dice el investigador de la Universidad de Barcelona (UB) y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell), Lluís Fuentemilla. "El cerebro prioriza conservar aquellos recuerdos relacionados con emociones fuertes, sean buenas o malas", añade el investigador ICREA de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) Raül Andero.

Las neuronas almacenan la información en la memoria en forma de dos patrones: las sinapsis fuertes y las sinapsis débiles. "Por ejemplo, las débiles serían lo que comiste hace diez semanas, y las fuertes, por ejemplo, cuando condujeste una moto por primera vez", ejemplifica Andero. Sin embargo, las moléculas de las sinapsis son inestables, es decir, se mueven continuamente en las neuronas y se desgastan. De hecho, se sustituyen en cuestión de días o incluso horas. Así, ¿cómo es posible que los recuerdos se mantengan estables durante décadas si el elemento clave en el proceso neuronal es tan mutable?

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Según la investigación liderada por la Universidad de Nueva York, la respuesta a esta pregunta gira en torno a la molécula KIBRA, que se encuentra en el riñón y en el cerebro. Los científicos realizaron un estudio con ratones de laboratorio y analizaron cómo este elemento interacciona con otras moléculas esenciales para la formación de la memoria, como la proteína Mzeta (PKMzeta), que es clave para generar recuerdos, pero también es muy degradable . Esto les permitió determinar que la KIBRA actúa como una "etiqueta sináptica persistente". Simplificándolo mucho, funciona como un pegamento de enganchar que se adhiere a las sinapsis fuertes y al PKMzeta, mantiene los recuerdos incluso más lejanos en el tiempo y evita las sinapsis débiles.

Para Fuentemilla, todo se basa en un proceso de señalización. Los humanos, a diferencia de la inteligencia artificial, somos capaces de aprender algo con una sola experiencia. "La formación de recuerdos implica unos cambios estructurales muy rápidos, que se suceden entre ellos. Esta es la paradoja: cuando generas un recuerdo nuevo se reestructuran todas las sinapsis, e inmediatamente se pierde lo que acabas de recordar por dejar espacio a un recuerdo todavía más novedoso", detalla. Dicho de otro modo, un mismo mecanismo debe ser capaz de preservar la memoria adquirida de inmediato o hace tiempo, pero dejar espacio para crear nuevos recuerdos.

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Conocimiento de enfermedades

"La proteína KIBRA identifica qué cambios son los más importantes. Es decir, a la vez que vas construyendo recuerdos, mantienes las sinapsis fuertes", apunta el experto, en referencia a la memoria que te marca. Este funcionamiento podría asimilar al de un semáforo: hay una serie de cambios rápidos que se suceden y, a medida que ocurren, son etiquetados. El cerebro clasifica en verde aquellos recuerdos que debe mantener por su importancia. En cambio, señala en rojo a los que son prescindibles.

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Este etiquetado, sin embargo, "no está vinculado a lo que está pasando, sino con cómo el cerebro trabajará posteriormente esta información", puntualiza el investigador de la UB. "En la formación de recuerdos no sólo interviene el momento en el que tenemos la experiencia, sino que a escala cerebral se siguen trabajando a lo largo del tiempo." A su vez, la investigación subraya la importancia de la interacción de las proteínas PKMzeta y KIBRA. "Conocemos cientos de proteínas que son necesarias para que haya memoria. Pero estos autores enseñan por primera vez que estas dos proteínas deben actuar conjuntamente para que se forme", añade Andero.

Comprender cómo nuestro cerebro almacena y conserva los recuerdos es importante para esclarecer y tratar patologías como el Alzheimer. Asimismo, según Andero, puede favorecer el desarrollo de nuevos fármacos y acumular un valioso conocimiento científico a largo plazo. "En el futuro alguien tomará esa idea y le dará un giro completamente inesperado", expresa.