Reproducción asistida

La reproducción asistida diversifica sus opciones

Los especialistas alertan de los riesgos de hábitos poco saludables y recomiendan una mayor divulgación y acompañamiento psicológico

La cifra de personas que han experimentado problemas de infertilidad en todo el mundo ha crecido hasta 186 millones. Un estilo de vida con hábitos poco saludables y el atraso de la Edad Media son dos los elementos que condicionan la fertilidad. Según los especialistas, el desconocimiento sobre los distintos métodos y sus características es otro de los aspectos que influye en el proceso. “Somos la primera generación que sabemos más de anticonceptivos que de fertilidad. Tenemos mucha información sobre métodos anticonceptivos, pero cuando queremos buscar el embarazo y éste no se produce de forma instantánea, nos extrañamos. La realidad es que conseguir el embarazo no siempre es fácil”, dice al ARA Gina Oller, autora del libroQuiero ser mamá(Zenith).

“Cuando hablo con pacientes que me vienen frustrados porque llevan tiempo buscando el embarazo y no llega, siempre les digo lo mismo. Si sales a la calle y pides cinco métodos anticonceptivos, cualquier persona te los dirá sin sufrir. Si, en cambio, preguntamos cinco métodos para saber cuándo una mujer está ovulado, poca gente te lo sabrá decir. Hay un desconocimiento de cómo funciona la fertilidad, pero cada vez hay más ganas de saber, mayor conocimiento del cuerpo y más divulgación sobre estos temas. También existe un gran desconocimiento sobre la reproducción asistida”, explica Oller, que es una voz autorizada en fertilidad, psicología y bienestar emocional en la búsqueda y el progreso del embarazo. Licenciada en biología, tiene un máster en biología molecular y biomedicina por la Universidad de Girona, está especializada en reproducción humana asistida por el Institut Universitari Dexeus y también es graduada en psicología por la Universitat Oberta de Catalunya.

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“Hay muchos elementos que pueden favorecer y perjudicar a la fertilidad. En ocasiones, buscamos un pequeño milagro, un alimento que nos ayude a quedarnos embarazadas, y la reproducción no funciona así. No existe un secreto, la clave es tener unos buenos hábitos. Es la gran carencia de la sociedad actual: tener buenos hábitos de alimentación, ejercicio y descanso. Todo lo que no tiene que ver con esto, nos perjudica. Nuestro estilo de vida, los contaminantes naturales y el nivel de estrés van en detrimento de la fertilidad tanto femenina como masculina”, explica.

La media de edad en la que las mujeres tienen su primer hijo ha pasado de 25,06 años en 1980 a 32,06 años en 2022. “Este es uno de los grandes retos con los que nos encontramos ahora. La edad biológica ideal por ser madres no nos concuerda con la edad social habitual. La ventana es muy estrecha. Ser madres mayores va mal, reproductivamente hablando, pero es la situación que tenemos. Es importante difundir temas de fertilidad para que la gente no crea que será fácil quedarse embarazada pasados ​​los 40 años. Hay gente que tiene suerte y otra que necesita ayuda. No pasa nada, pero debemos ser conscientes de ello”, alerta Oller.

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“Sería ideal tener unos hábitos buenos y tener a los hijos antes. Esto hace que las mujeres lleven un peso muy grande sobre sus hombros”, puntualiza. Hay mucha presión social que recae sobre las mujeres. “Hay comentarios, generalmente bienintencionados, que no aportan mucho. Es importante que las personas que no han pasado por ningún tratamiento de fertilidad también conozcan cómo funcionan y de qué manera pueden ayudar a las personas de su entorno que están pasando por un proceso. Debemos acostumbrarnos a respetar el tiempo y emociones muy complejas. Comentarios del estilo «relajado y te embarazarás» no ayudan y aumentan la carga de culpa”, advierte.

"La mujer suele recibir más presión que el hombre, pero las causas del descenso de la fertilidad son compartidas y la calidad de los espermatozoides ha caído de forma dramática", argumenta el especialista. En Cataluña las mujeres, las personas trans y las personas no binarias tienen garantizado el acceso a la cartera de servicios de la reproducción humana asistida en los centros sanitarios públicos, independientemente de si tienen un problema de infertilidad, de si tienen pareja o de si ésta es masculina o femenina.

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La reproducción asistida propone distintas opciones. “No todas son para todos y dependerá de un primer estudio de fertilidad. Si una pareja de menos de 35 años está teniendo relaciones de forma desprotegida y frecuente durante un año y no llega el embarazo, se recomienda realizar un estudio de fertilidad. Si tienen más de 35 años, ese tiempo se reduce a seis meses. La clave es tener margen de tiempo”, explica.

“Hay dos grandes técnicas; una más sencilla e invasiva y otra más compleja. La más sencilla es la inseminación. Consiste en poner una concentración definida de espermatozoides móviles y capacidades directamente en el útero de la mujer en el momento en que ella está más receptiva. Puede ser con semen de cónyuge o con semen de donante si el chico tiene alguna patología, la pareja es monoparental o se trata de una pareja de mujeres. La otra gran técnica, la fecundación in vitro, provoca el encuentro entre el óvulo y el espermatozoide en el laboratorio. Los embriólogos pueden ver si se ha producido una fecundación y cómo se desarrolla. Incluso pueden biopsiarse antes de transferirlos al útero para ver que están equilibrados biológicamente o controlar alguna patología familiar. Esta técnica es compleja porque necesita estimular a los ovarios de la mujer, extraer los óvulos con una punción ovárica y fecundarlos en el laboratorio con los espermatozoides, sean de la pareja o de un donante. Si se trata de una pareja de mujeres, una puede ser la que da los óvulos y la otra la gestante”, analiza Oller. Este método se conoce como ROPA (recepción de óvulos de la pareja).

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El estudio de fertilidad y la edad de la pareja son dos aspectos que proporcionan mucha información. “La elección del método debería seguir el asesoramiento de un especialista. Si hay un diagnóstico con un criterio médico, debemos seguirlo. Hay casos, en cambio, en los que se propone a la pareja un plan más abierto. El ginecólogo, que estudia si se han producido tratamientos o embarazos anteriores, es quien tiene claro cuál será la mejor técnica”, opina.

“La reproducción asistida permite nuevos modelos de familia. Hay un nuevo modelo, por ejemplo, que está empezando a emerger y que es posible que crezca en los próximos años. Se trata de dos personas que no tienen una relación romántica pero que se unen para tener un proyecto familiar”, avanza.

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El acompañamiento psicológico durante un proceso de reproducción asistida es clave. “Somos una sociedad que está acostumbrada a acudir al psicólogo cuando estamos muy mal y tenemos muchos problemas. Mucha gente ve el ir al psicólogo como algo malo. Debemos ir superando estos tabúes porque nos duelen. Desde mi punto de vista de especialista, el acompañamiento psicológico debería estar siempre ahí porque se trata de un proceso emocionalmente intenso y económicamente caro. Es un proceso que tiene que ver con tu proceso vivencial y puede llevar una mochila anterior. Se debería hacer de forma preventiva. Hacerlo, se agradece mucho”, aclara Oller.

“No debemos esperar a tener un problema para buscar un acompañamiento psicológico para que, vaya como vaya el proceso, la experiencia será intensa y nos la facilitará. La reproducción asistida carece de una versión no intensa”, recuerda.

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El libro de Oller se ha convertido en una herramienta de consulta muy útil. “Creo que el valor añadido que aporta es la unión entre la parte biológica y la psicológica. Cuento el proceso biológico desde un punto de vista divulgativo y humano, pero además aporto mi experiencia personal cuando me hice estimulaciones ováricas para congelar óvulos”, resume.

Un presupuesto para cada caso concreto

El coste de los principales tratamientos de fertilidad varía según cada clínica y necesidades específicas de cada paciente. Además, los presupuestos de los tratamientos reproductivos también pueden variar en función de los servicios que incluya, como las pruebas diagnósticas. Por esta razón, los especialistas recomiendan solicitar un presupuesto inicial en la clínica de fertilidad para valorar cada caso concreto. Además, durante el proceso reproductivo pueden aparecer imprevistos que hagan variar el precio final de un tratamiento de reproducción asistida. La inseminación artificial tiene un coste orientativo de entre 800 y 1.100 euros, mientras que la fecundación in vitro puede subir hasta los 5.500 euros. La mayoría de centros acepta la financiación del pago.