Me parece que el mismo operario que lleva la máquina excavadora ha roto de un golpe de piedra el altavoz, ya harto. Con el bip-bip-bip estropeado, ahora la excavadora sólo gralla. El bib-bip-bip enervante de la marcha atrás, pensado para llamar la atención, seguro que cumplía alguna normativa, pero la excavadora lleva cinco meses trabajando en un espacio cerrado -quizá el bip-bip-bip salva vidas, sí , pero me pregunto cuántas esguerra, porque el ruido de las obras ahora ni se oye.

Otra novedad feliz es que en la escuela que tengo en algunas calles de casa, Gaziel, este curso alguien ha decidido prescindir de la megafonía cada vez que los alumnos entran y salen de escuela y del patio (al menos seis veces diarios). Todo el barrio respira. Hace más de veinte años, algún pedagogo pensó que la música serviría para los niños, y las escuelas empezaron a cambiar los timbres por sistemas de megafonía salvaje. Empezaron poniendo a Vivaldi y han acabado pinchando reggaeton, en un bajón coherente con el de las aulas. De pequeño, iba a ese mismo colegio público Gaziel. Entonces tenía un maestro que cada tarde nos llevaba cinco minutos sin decir nada para que aprendiéramos a valorar el silencio.

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Son dos mejoras, la excavadora y la escuela, para mí importantes, porque trabajo en casa y porque me reafirman en la esperanza seguramente pasajera de cierta regeneración, estos meses, como si algunas personas hubieran empezado a funcionar por su cuenta una vez dado por perdido el menor sentido común de la administración.

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Son detalles, pero el ruido es un termómetro de civilización. El ruido se incentiva porque es caótico, desorienta y despista, acalla. La cuestión es ocupar y el silencio no se ha salvado de la privatización. No podía ser diferente, si privatizamos el derecho a la vivienda, si privatizamos la inteligencia dejando la escuela pública en manos de la inteligencia artificial, si privatizamos el sentido común, la nación, si privatizamos todo el espacio público , plazas, playas y bosques. ¿Cómo salvar el espacio público intangible que es el silencio ambiental? Debería ser de todos, ya sólo es para quien se le puede pagar. Para los demás, toda la basura sonora, de los gritos de los deportes y las carreras al alboroto de las terrazas, de los festivales basura de cada verano, de las batucadas hasta el rumor de los aviones y las motos de agua, de la palabrería de los medios públicos hasta la retórica de la literatura premiada oficial. En fin, todo lo que hemos aprendido a considerar minucias que sólo molestan a cuatro chucheros incívicos que no saben convivir y levantan la voz para quejarse.