BarcelonaMientras miles de familias de toda España se están uniendo para retrasar la compra del primer móvil al menos hasta los 16 años, los expertos alertan que la introducción de estos aparatos debe ser progresiva. "No puedes dar un móvil a los 16 años sin que antes haya habido un entrenamiento con otros dispositivos digitales", alerta Anna Ramis, maestra, pedagoga, formadora y autora del libro De 0 a 3, ¿nada de pantallas?
La experta defiende que cuando más tarde llegue el móvil mejor, pero también apunta que se puede dar un dispositivo a un preadolescente de 12 años siempre que no tenga las mismas características que el que tiene el de un adulto: "Es suficiente con un aparato que sirva sólo para llamar o enviar un SMS". ¿Pero cómo hacer la introducción de estos aparatos? Ramis recomienda La guía para familias crueles y malvadas(de Som Connexió), que resume todo el proceso en cuatro fases.
Fase 1: móvil de los adultos
El menor utilizará los dispositivos de los adultos, que en todo momento deberán acompañarle en el proceso. Las directrices en esta fase son:
- Es necesario comunicar previamente por qué se quiere utilizar el móvil.
- Puede estar un máximo de 30 minutos al día mirando pantallas.
- Hay que evitar siempre la multipantalla, es decir, mirar el móvil y la televisión a la vez.
- Siempre hay que utilizar el dispositivo en espacios de uso compartido (no se puede mirar, pues, en el lavabo o en la habitación).
- No se puede utilizar hasta que haga al menos una hora que se haya levantado, ni tampoco durante la hora de comer o antes de acostarse.
Fase 2: móvil de uso familiar
En el momento en que el menor comienza a moverse puntualmente sin la compañía de un adulto o se queda algún rato solo en casa se puede incorporar un móvil que compartirá toda la familia y que sólo podrá utilizarse con el permiso de los adultos.
- El móvil sólo tendrá contratado el servicio de voz.
- Se mantendrán exactamente las mismas pautas que en la primera fase y, además, el preadolescente deberá decir previamente cuánto tiempo utilizará el dispositivo.
Aparte de hacer un buen uso, el objetivo de esta fase -deja claro la guía- será que el menor entienda que el uso del terminal requiere ciertos cuidados como que tenga la batería cargada o que no se rompa.
Fase 3: su primer móvil
Cuando el adolescente ya se mueva arriba y abajo de forma autónoma será el momento en que la familia tendrá la necesidad de poder contactar con él y, por tanto, de proporcionarle un teléfono móvil. Se recomienda que sea un aparato de segunda mano, los conocidos como reacondicionados o uno que la familia no utilice porque es en esta fase cuando se pone a prueba la capacidad de cuidar el terminal. ¿Cuál será la normativa?
- Sólo tendrá contrato para realizar llamadas de voz.
- Se podrá utilizar como máximo una hora los días laborables y dos horas los festivos.
- Cuando quiera utilizarlo en un espacio no compartido, lo que podrá hacer excepcionalmente, deberá comunicarlo previamente para qué lo desea utilizar.
- Se mantienen las reglas de no utilizar multipantallas, ni el móvil a la hora de comer o antes de acostarse, ni tampoco se podrá utilizar hasta que haga una hora que se haya levantado.
Fase 4: móvil de uso personal
Se incorpora la contratación de datos, eso sí, que sean limitados (a ser posible un máximo de 1 GB/mes), porque le obligará a hacer un uso muy racionalizado de internet. Esto le enseñará, además, a saber en qué consume los datos y limitar su consumo. Las condiciones de uso se resumen en tres puntos:
- Se podrá utilizar 1,5 horas al día entre semana y 3 horas el fin de semana.
- No se podrá utilizar a la hora de comer.
- Tampoco puede acostarse y levantarse con el móvil.
Final del recorrido
Se acaba cuando cumple los 18 años y, por tanto, ya es responsabilidad suya el uso del móvil. En este punto se recomienda que el contrato del aparato pase a su nombre y, si se puede, también su gasto, para que sea consciente del coste que supone.
En todo este proceso, Ramis también recomienda que aparte de instalar el control parental en el aparato, los padres también activen el "modo de confianza" con su hijo o hija, es decir, "que puedan hablar de todo con la madre o el padre".
Cómo detectar que el uso del móvil se descontrola
Numerosos estudios alertan de que un mal uso de las pantallas puede producir aislamiento, alteración del sueño y cambios de humor, entre más síntomas. Pero, ¿cómo pueden saber los padres la posibilidad de una adicción a las pantallas?
Según la Guía por el uso responsable de las pantallas de la pedagoga especializada en neuroeducación y aprendizaje con pantallas Marta Ollé Terrés, hay algunas señales de alarma que pueden ayudar a las familias:
- La frecuencia de uso es muy elevada
- Se engaña a la familia y amigos sobre la cantidad de tiempo que se pasa ante las pantallas
- Se dejan de realizar otras actividades: ir a la escuela o instituto, deporte, salir a pasear
- Baja el rendimiento escolar
- Se alteran los hábitos de higiene, sueño y alimentación
- Existe un aislamiento del entorno familiar y social
- Hay síndrome de abstinencia cuando no se puede jugar
- Se muestra una excesiva frustración cuando se intenta poner límites
- Se pide dinero para gastar en juegos de azar
Consejos de uso de las pantallas según la edad
Es la propuesta que hacen los especialistas en el Manifiesto de los niños y que también recoge la Guía para el uso responsable de las pantallas .
-De 0 a 3 años: no se debe tener acceso a ninguna pantalla de ningún tipo ni bajo ninguna circunstancia porque está en juego el desarrollo del lenguaje, la psicomotricidad y las habilidades sociales y el desarrollo de las funciones cognitivas de los niños.
-De 4 a 6 años: se recomienda no utilizarlo, si bien sería tolerable un uso (si puede ser poco frecuente) de media hora diaria para evitar generar adicciones en los niños. Es necesario priorizar la actividad física, la comunicación y las relaciones entre iguales y con la familia.
-De 7 a 12 años: como mucho deberían pasar una hora al día frente a una pantalla. Conviene que realicen actividades físicas y cognitivas. A estas edades, tener acceso a contenidos violentos propicia la normalización de la violencia en los diferentes ámbitos de la vida, lo que puede comportar dificultades en las relaciones en una etapa en la que están desarrollando la empatía.
-A partir de 13 años: hay que diferenciar entre el tiempo que utilizan la pantalla para aprender y el de ocio. En cualquier caso, no debería ser superior a 2 horas, porque es importante que se relacionen con los iguales, tengan actividad física y se comuniquen con la familia.