Quieres ser diferente, pero te da pánico que te señalen


Si tienes una empresa o marca propia, ¿cuántas veces te has encontrado siguiendo los mismos caminos que todo el mundo, copiando modelos de negocio y servicios o utilizando las mismas fórmulas? Varias, ¿verdad?
¿Y por qué ocurre esto? Porque nos da miedo salir del patrón. Vemos cómo trabaja el resto y pensamos que, si así ya funciona, más vale hacer lo mismo. No queremos correr el riesgo de ser "demasiado diferentes", no sea que el mercado nos ignore. Pero con ese miedo a diferenciarnos, caemos en el anonimato.
Piensa en ello: cuántas veces has cambiado una opinión, el tuyo look o una publicación en las redes sociales por no incomodar o por no destacar demasiado? Nos han enseñado que ser diferente es un riesgo, pero cuidado, porque la conformidad nos da una falsa seguridad de pasar inadvertidos y nos convierte en clones.
Muchas veces el miedo al rechazo ya ser "diferentes" es mayor que el deseo de brillar con luz propia. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que ese miedo a destacar tiene raíces mucho más profundas en nuestra evolución como especie?
El experimento de Solomon Asch demostró cómo la influencia social puede hacer que perdamos nuestra individualidad por encajar en un grupo. En el experimento aparecía una serie de personas que entraban en un ascensor y miraban a todas hacia la misma dirección. Una de ellas, la víctima del experimento, pese a saber que era absurdo, seguía al resto por miedo a quedarse sola. Este comportamiento no es nuevo, viene de la prehistoria: los humanos somos mamíferos sociales que nos movemos en manada, y nuestra supervivencia como especie depende de esa adaptación al grupo.
En el mundo empresarial, a menudo actuamos como si fuéramos parte de este experimento de conformidad. Copiamos continuamente y nos adaptamos a los estilos de comunicación y promesas del resto para evitar ser excluidos. Pero déjame hacerte una reflexión: la diferencia es incómoda, sí. Te pone en el punto de mira. Te hace vulnerable. Pero también es la que te da voz, la que te hace memorable y la que te aleja de lo previsible. La mediocridad es segura, pero nunca será inspiradora.