Un gran restaurante para comidas en grupo frente al mar en Barcelona
El Tributo se encuentra en el Balcón Gastronómico, el área de restauración del renovado Port Olímpic
BarcelonaNos encontramos prácticamente sobre el mar. Ésta es una de las características más impresionantes de los cuatro restaurantes que se encuentran en la parte superior del Balcón Gastronómico del renovado Puerto Olímpico de Barcelona. Todos ellos, con una estructura de cristal y diáfana, y un balcón con mesas. Lo que está más cerca de la arena es el Kresala, del grupo Sagardi, después viene el Tribut, cuyo restaurante os hablaremos hoy, a su lado hay Eldelmar, de los hermanos Torres, y por último, al final del espigón, el mítico El Cangrejo Loco.
Como decíamos, hoy estamos en el Tribut, un homenaje al Modernismo, a Antoni Gaudí ya la cocina catalana. Este restaurante ha sabido trabajar muy bien la oferta para eventos –han realizado actos privados con marcas de coches y de ropa– y es una muy buena alternativa para comidas de grupos, como podría ser el almuerzo o la cena de empresa de Navidad. Hay capacidad, una oferta gastronómica que gusta prácticamente a todo el mundo, y el espacio es lo suficientemente grande para que las mesas no se estorben unas a otras.
El responsable de la comida que se sirve es el cocinero Albert Suárez, que ha diseñado una carta basada en cocina catalana y mediterránea. El chef ejecutivo ha procurado tener algunos pequeños productores, como Can Fisas, que les sirven verdura, o Mamá Heladera, la heladería de Poblenou que diseña helados partiendo de recuerdos. De hecho, tienen un dedicado al restaurante, con avellana, romero y agua de mar. El restaurante puede llegar a servir hasta 300 comensales. Aunque, normalmente, a la hora de comer entre semana hay algo menos de gente.
Suárez explica que todas las elaboraciones se hacen aquí desde cero, con un importante equipo de producción que se pone ya por la mañana. Los platos que tienen más éxito son los arroces, los macarrones, el montadito de matrimonio, los buñuelos de bacalao con mussolina de ajo negro, el calamar relleno de butifarra negra, la burrata de la Apulia con boniato al horno, miel caliente, ralladura de limón, almendras tostadas y escamas de sal y un generoso solomillo Wellington. De hecho, todos los platos son raciones bastante grandes.
Si nos miramos la carta de vinos, el sumiller Daniel Egea ha hecho una selección en la que el 80% son vinos catalanes, siguiendo la idea de ofrecer proximidad. Como también lo hace el propio local, que reproduce las formas sinuosas del mar que llegan a la arena. Una arena, que encontramos alegóricamente en el techo. Como en las grandes obras del Modernismo, aquí la naturaleza se apodera de la arquitectura.