Royals

¿Qué sabemos de la supuesta persecución de paparazzis a Enrique y Meghan Markle?

La policía, los fotógrafos y el alcalde de Nueva York rebajan la gravedad del incidente de los 'royals'

Londres¿Exageración, victimismo y mentiras, o bien persecución y ensañamiento por parte de los paparazzis por las calles de Manhattan contra Enrique y Meghan Markle, casi repitiendo del episodio de Diana de Gales? El nuevo capítulo de las aventuras de los duques de Sussex, denunciado este miércoles por un amigo y portavoz de la pareja, tiene elementos, cuando menos, dudosos.

A medida que pasan las horas, las versiones –la de la policía, la del alcalde de Nueva York, la de la pareja, la de los paparazzis y la de un taxista implicado– se contradicen las unas a las otras. Y se amontonan, por satisfacción de los entusiastas de la sociedad del espectáculo. El resultado es una niebla cada vez más espesa. Os ofrecemos a continuación un breve estado de la cuestión sobre la presunta cacería que la pareja de royals habría sufrido el martes por la noche, cuando salían de una gala en el centro de Manhattan.

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¿Hubo persecución?

Omid Scobie, el amigo y portavoz que denunció las más de "dos horas de persecución de coches casi catastrófica", no solo ha mantenido su versión, sino que ha intervenido en las cadenas de televisión norteamericanas esta pasada noche para comentar su sorpresa ante el silencio del Carlos III y del príncipe Guillermo. "Me sorprendió mucho saber que ni Enrique ni Meghan han tenido noticias de ningún miembro de la familia real, para, al menos, expresar su preocupación o interesarse por los hechos", ha dicho en una entrevista a la cadena ABC.

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Por el contrario, y atendidas las diferentes versiones, Paul Burrell, exmayordomo de la princesa Diana, ha afirmado este jueves en el programa Good morning Britain, de ITV News, que todo ello se trata de "una tormenta de famosos en una taza de té".

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¿Qué dicen los paparazzis y la agencia para la cual trabajan?

En el mismo programa, bajo condición de anonimato, el conductor de uno de los paparazzis implicados en el incidente ha asegurado que la persecución fue "muy tensa", pero que fue culpa del conductor de los duques de Sussex. Ha afirmado: "Su conductor hizo, de todo, una experiencia catastrófica. Si hubieran ido a 130 kilómetros por hora, probablemente habría ido a 30 menos que ellos, esperando no perderlos de vista. Así que si fue peligroso y catastrófico es más que probable que fuera por la persona que conducía".

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La agencia de noticias de famosos Backgrid USA ha asegurado que está investigando las denuncias del príncipe Enrique. Pero en un comunicado también ha afirmado: "Según los relatos ofrecidos por estos colaboradores autónomos, estaban cubriendo la estancia de la pareja en la ciudad de Nueva York, incluyendo la posibilidad de una cena después de una ceremonia de entrega de premios. No tenían ninguna intención de causar ninguna angustia o daño, puesto que su única herramienta eran sus cámaras. Algunas de las fotos incluso muestran a Meghan Markle sonriendo dentro de un taxi. Los fotógrafos informan que uno de los cuatro SUV del escolta de seguridad del príncipe conducía de una manera que se podría percibir como temeraria. Se vio el vehículo bloqueando las calles y, en un vídeo, se ve que fue parado por la policía. Entendemos que el equipo de seguridad del príncipe Enrique y Meghan Markle tenía que hacer un trabajo y lo respetamos. Sin embargo, queremos señalar que, según los fotógrafos presentes, no hubo nada de parecido a colisiones ni casi ningún choque durante este incidente. Los fotógrafos han informado que la pareja no estuvo en peligro inmediato en ningún momento".

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¿Qué dice el alcalde de Nueva York, Eric Adams?

El alcalde de la ciudad se ha mostrado un poco escéptico en relación con el relato del portavoz de la pareja. En una declaración hecha en su oficina este miércoles, ha asegurado: "Me costaría creer que hubiera una persecución a gran velocidad de dos horas. Sería difícil de creer, pero averiguaremos la duración exacta. Si son 10 minutos, una persecución de 10 minutos es extremadamente peligrosa en la ciudad de Nueva York. Tenemos mucho tránsito, mucho movimiento. Mucha gente utiliza nuestras calles. Cualquier tipo de persecución a alta velocidad es inadecuada. Ya sabes que la policía lo hace en circunstancias limitadas. Cuando van detrás de personas violentas. Pero hacerlo porque se quiere conseguir la mejor imagen puede llegar a provocar daño a la gente de una manera real".

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¿Qué ha dicho la policía?

El departamento de policía de Nueva York ha confirmado que "numerosos fotógrafos" siguieron a la pareja e hicieron que su viaje fuera "difícil", pero no hubo colisiones, heridos ni detenciones.

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La versión de un taxista

En un momento concreto de la noche, después de salir de la gala y darse cuenta de que los paparazzis los perseguían, Enrique y Meghan se refugiaron en una comisaría de policía. Salieron en un taxi, intentando despistar a los fotógrafos. El taxista Sukhcharn Singh ha dicho a la BBC: "No creo que sea verdad, creo que todo esto es exagerado". En todo caso, si pasó lo que ha dicho el portavoz de los Markle, Omid Scobien, "debería de haber pasado antes" de que subieran a su taxi.

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Consecuencias

Después de la coronación de Carlos III y la presencia efímera de Enrique en la ceremonia, los nuevos titulares que ha levantado la historia de Nueva York solo azuzarán la animadversión –o la simpatía– que la sociedad británica siente hacia la pareja. Especialmente hacia Meghan, presentada por buena parte de los tabloides y por algunas influyentes figuras mediáticas del Reino Unido como la gran malvada de la película. La exageración del relato del portavoz de la pareja, la falta de pruebas o la diferencia de versiones puede desatar más dudas sobre la honestidad de los royals, sobre su victimización y la necesidad de hacer caja para mantener el nivel de vida.

Todo ello, no obstante, también es fruto de la relación tóxica de la familia real británica entre ella misma y con una prensa que ha demostrado que no respeta nada desde hace décadas. Diana de Gales fue sacrificada en el altar de los Windsor, primero con un matrimonio de conveniencia y después siendo echada del paraíso –y la prensa hizo un gran negocio– cuando quiso levantar la voz. Enrique no lo perdona, tiene cuentas pendientes con la familia y con los medios de comunicación, y este conjunto lleva a un espectáculo sin fin en el que lo más importante es que no pare, al precio que sea.