Ucrania y el desprecio de EE.UU. hacia Europa

Han tardado más de lo previsto, pero finalmente los peores temores sobre la posición de Donald Trump en relación a Ucrania se han cumplido. Los analistas coinciden en interpretar que la llamada que el miércoles el presidente estadounidense dio a Vladimir Putin ha dado la vuelta por completo a las políticas que hasta ahora habían tenido los aliados y que, en consecuencia, da al líder ruso el triunfo que tanto esperaba. Trump le compró los argumentos, e incluso antes de sentarse en la mesa de negociación ya adelantó que Ucrania no entraría en la OTAN y que no se volvería a las fronteras de antes del 2014. Hasta qué punto obligarían a Ucrania a ceder territorio no está claro, pero los expertos tienen claro también que Rusia va a querer mantener todo lo.
La Conferencia de Seguridad de Múnic, que se clausura hoy, ha sido el gran foro donde se han podido ver las múltiples tensiones que ahora existen entre Estados Unidos y la Unión Europea. Si en un primer momento Trump ya dejó en segundo plano a Volodímir Zelenski, que no es demasiado de la devoción de su administración, ayer quedó claro también el desprecio hacia la Unión Europea, que, según dijo el enviado especial de Trump para Ucrania, Keith Kellogg, no participará en las conversaciones de paz. Este anuncio de la exclusión europea llegó justo al día siguiente de que el vicepresidente estadounidense, JD Vance, cargara contra los líderes europeos por el cordón sanitario en la ultraderecha, es decir, contra los suyos.
Ucrania, pues, no es solo un campo de batalla real, sino también el escenario de la guerra ideológica de Trump y de los suyos contra todos los valores que hasta ahora ha defendido Europa. El momento es crucial, por lo que sería necesario que la respuesta fuera contundente y también rápida. Sin embargo, el problema es que Europa está en un momento de máxima debilidad. Alemania, el principal motor y puntal de la UE con Francia, está al término de una campaña electoral en la que la extrema derecha, que minimiza el nazismo, puede quedar como segunda fuerza. Sin embargo, deberá ser el presidente actual, Olaf Scholz, el que lidere todavía la respuesta al agresivo desprecio de la administración Trump, por lo que será necesario que haya complicidad con su previsible sustituto, Friedrich Merz. De momento, las respuestas de la mayoría de líderes europeos han sido contundentes contra el despreciamiento estadounidense, pero más allá de las palabras tendrá que haber hecho. Si la UE apoya a Ucrania en sus reivindicaciones tendrá que estar dispuesta a darle más armas, dinero y ayuda.
Zelenski fue claro en su intervención en la que –como siempre ha reclamado Francia– pidió un ejército europeo. Se permitió, incluso, ridiculizar a Trump diciendo que Putin el vuelo de "atrezoEn el desfile del 9 de mayo en la plaza Roja de Moscú. Ya no tiene mucho que perder, y su única esperanza ahora es conseguir más implicación europea. El contexto es delicado, pero si ahora Europa no se reivindica y asume los costes a todos los niveles que esto implica, difícilmente lo podrá hacer en el futuro.