Von der Leyen y la unidad europea
La democristiana alemana Ursula von der Leyen ha sido reelegida este jueves como presidenta de la Comisión Europea cuyo apoyo transversal va desde los conservadores del Partido Popular Europeo hasta los Verdes, pasando por los socialistas y los liberales. Se trata de los cuatro espacios centrales del proyecto europeo, del que sólo se excluye la extrema derecha, en sus diferentes formas, y también la izquierda, que ha perdido una oportunidad histórica para votar distinta a los ultras. Porque se puede estar más o menos de acuerdo con lo que representa Von der Leyen, pero en un momento en el que crecen las amenazas externas (Rusia y Trump) e internas (Orbán) al proyecto europeo, es más necesario que nunca ofrecer una imagen de unidad y un fuerte liderazgo para una UE que necesita dar un paso adelante en el concierto internacional. De hecho, Von der Leyen ha hecho un discurso lleno de guiños a derecha e izquierda para representar este tipo de síntesis en que debe convertirse la Comisión Europea, pero con un mensaje muy claro en política exterior de apoyo a Ucrania y contra las veleidades pro-rusas de líderes como el húngaro Viktor Orbán.
La Unión Europea del futuro deberá mantenerse unida en torno a unas pocas ideas bastante, pero que representan el núcleo de un proyecto que ahora está en cuestión: la defensa de los derechos humanos y la justicia social, la lucha contra el cambio climático y la apuesta por un orden mundial basado en reglas. Ante el auge de los populismos y los autoritarismos, Europa debe constituirse en un muro de defensa a ultranza de la democracia y combinarlo con una apuesta decidida por la innovación para hacer sostenible la calidad de vida de los europeos. Von der Leyen es, desde este punto de vista, alguien que ha sabido mantener los difíciles equilibrios que demanda la política europea y no ha caído, al menos todavía, en la tentación de algunos de sus correligionarios, como Manfred Weber, que pretendían un acuerdo con la extrema derecha. Tras el éxito de la movilización republicana en Francia, Europa debe mantener unido al frente europeísta.
Desde este punto de vista, resulta decepcionante el voto de algunos eurodiputados catalanes como Diana Riba (ERC) o Jaume Asens (Comunes), que, encuadrados en el grupo de Els Verds, han votado en contra. No sabemos ver en qué ayuda a la causa catalana e incluso progresista esa autoexclusión del consenso europeo. Duele mucho a los ojos votar en Bruselas al igual que Jorge Buxadé y Juan Carlos Girauta, y también Meloni, Le Pen u Orbán, e incluso Alvise. En ocasiones es necesario sacrificar la pureza ideológica por una causa mayor, que en este caso es la defensa del proyecto europeo en un momento especialmente crítico como el actual. Y sobre todo, marcar una diferencia clara con la extrema derecha pro-rusa.
En cualquier caso, esperamos que la Comisión Europea consiga sacar adelante políticas básicas en defensa de los derechos e intereses de los ciudadanos europeos, por ejemplo en el ámbito de la vivienda, para hacer frente a los retos de un siglo XXI que cada vez pone peor cara.