COMPAÑÍAS BESTIALES

Vorja Sánchez, pintor: “Querría respetar siempre el carácter salvaje de los animales”

Selena Soro
y Selena Soro

Insectos de tres ojos, peces con patas como alambres, pájaros con largas antenas de pelo... El pintor Vorja Sánchez no dibuja nunca animales reales, en parte porque le parecen demasiado bellos y perfectos y prefiere inventarlos nuevos. Fauna, flora y arte han sido siempre el motor de su vida, y desde hace unos años vive en una casa rodeada de bosque que comparte con gansos, pavos reales, patos, gallinas, zorros, jabalíes, corzos… y un perro, D, que se escapaba constantemente de casa de sus amos para esperar a Sánchez a la puerta de casa, hasta que, de mutuo acuerdo, decidieron que se quedaría por siempre jamás.

“Siempre he sido un imán para todo tipo de bichos malheridos y perdidos”, reconoce. Quizás por eso en sus pinturas rinde homenaje a todos aquellos animales que aparecen o viven en la casa y sacuden su día a día “para marcarlo de por vida”. Hace unas semanas, por ejemplo, él y su pareja se encontraron una lechuza herida: “Pocas veces me ha conmovido así la presencia física de un animal. Notar el latido de su corazón, la fuerza de sus zarpas, la manera en la que se reparte la temperatura en su cuerpo”. Todo en ella, dice, era armónico, equilibrado. “Remitía por la noche, a la serenidad, a la magia. Me impactó tanto que ya estoy empezando a pintarle un homenaje”.

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Desde muy pequeño, Sánchez ha tenido la suerte de haber vivido muchos encuentros con animales que lo han marcado por siempre jamás, y espera seguir teniéndolos. De hecho, ha viajado para buscarlos. Por ejemplo, en el trópico centroamericano experimentó la selva y sus extremos: “Si te pierdes en sus entrañas, entiendes la explosión de vida que hay a cada segundo, a cada centímetro”, dice. Ahora pasea a menudo por el bosque recogiendo detalles de los animales que encuentra. “De repente empiezas a percibir un orden, una armonía y una repetición de patrones en las formas orgánicas que te fascinan. Esto me permite generar fauna y flora del imaginario, no me interesa especialmente copiar al animal”, detalla.

Sea a miles de kilómetros o en casa, Sánchez considera a todos los animales con los que convive sin un sentido doméstico. “Los admiro, nos acompañamos, nos respetamos”, reivindica. “Amo a los animales y creo que sería bonito que respetáramos y admiráramos la naturaleza sin tenerla siempre sujeta a nuestra mirada. Admiro a mi perro y a cada uno de los animales con los que convivo o a los que veo, pero yo soy humano; ni perro, ni ave, ni liebre, ni ardilla. Dentro de lo posible, querría respetar siempre el carácter salvaje de los animales”. Porque la vida más allá de nosotros, dice Sánchez, es más compleja de lo que parece, y a él todavía le queda muchísimo por aprender, por imaginar y por pintar.