Leo el artículo de Ana Polo, donde explica que fue "víctima de abusos" por parte de Quim Morales, director del programa en el que hacía de estudiante en prácticas. "Estuve cuatro años trabajando en el mismo programa que mi abusador", escribe "bajo el hechizo de una especie de síndrome de Estocolmo". Él responde: "No la agredí. Bueno, si ella lo dice, será que sí. Nos besamos un día que volvíamos de un almuerzo y ya está. Me sabe mal el mal que le haya podido causar y de lo que yo no era consciente de ello".

Él dice "nos vamos" y no le voy. Y ella, que le "siguió la corriente". Esto quizá hizo que él pensara que ella quería? Y pensando esto, debía de procurar ir más allá? Ella ya ha dicho que "la situación se prolongó durante tres meses". Pero, ¿qué? Una relación? En el artículo, ella también escribe, a propósito de este trabajo: "se ve que calladita estaba más guapa. Que era másmonacuando sólo le reía las gracias". Pero eso no tiene nada que ver con el abuso, nos banaliza (como cuando la denunciante del caso Errejón dice que "se esperaba una noche romántica"). Una cosa es el abuso, l otra, las nefastas habilidades sociales o sexuales. En todo caso, estamos hablando de alguien que años después explica un sufrimiento.

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En el mundo del entretenimiento, muchas mujeres de mi generación y anteriores, se han oído decir aquello de "¿A quién le has mamado por tener este programa?". matinal de radio. creíble. ¿Mujeres haciendo humor? ¿Política? ¿Hablando de vino o de coches? Por eso todas nosotros (y todos ellos, que también han olido babas) toreamos o rechazamos insinuaciones (excepto si nos apetecía) por parte de nuestras cabezas de ambos sexos, dimitimos en bloque y nos dijimos que nunca nos prostituiríamos por un papel o un trabajo. Y siempre, claro, teniendo en cuenta que vivimos en Catalunyeta donde el poder que puede tener el directorito de nuestro programito no es el mismo que el de la CNN.

De insinuaciones y de besos en parkings, también hemos recibido ya veces hecho. Y de estas insinuaciones y besos, por cierto, entre la cabeza y el subalterno o entre la cabeza y la subalterna o entre la cabeza y la subalterna o entre la cabeza y el subalterno las hay que fueron rechazadas y las hay hay que todavía duran.