Y nuestra escuela, ¿qué?

Los niños de la Escola del Mar, hoy situada en el Guinardó, hace dos años, cuando recibieron la visita del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, recién estrenado entonces, le preguntaron por qué, a pesar de lo que se les había prometido, no se había reconstruido el edificio histórico de la Barceloneta, destruido en 1938 por las bombas fascistas. Cogieron al alcalde a contrapié. No sabía de qué le hablaban. Y les dijo que pondría manos a la obra. Dos años después, los niños le han devuelto la visita este viernes al consistorio y, sonrientes pero determinados, le han preguntado de nuevo lo mismo: "Alcalde, y la reconstrucción de la Escola del Mar, ¿qué?" El alcalde les ha dicho que se hará, sí... Pero aún no se sabe ni dónde ni cuándo. La escuela no sería para ellos, sino para la ciudad. Pero se le han hecho suya: son sus raíces.

En la casa grande, todos los grupos políticos (menos Vox) están de acuerdo en que debe hacerse. ERC negoció el compromiso del PSC. Pero el tiempo pasa sin adelantos. Se han ido perdiendo oportunidades por el camino. Al final del mandato de Colau había proyecto y dinero, con la bienal de arte Manifesta entusiasmada de contribuir a una recuperación histórica tan llena de sentido. ¿El resultado final? Nada de nada. Ha quedado atrás el centenario del emblemático edificio, singular obra en madera de Josep Goday. Una maravilla, también por su contenido: aquella institución ejemplar levantada sobre la arena de la playa, faro de la pedagogía más avanzada y que acogió a niños enfermos de familias vulnerables, es un referente mundial. Merece una nueva vida.

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El concejal de Educación, Lluís Rabell, me explica que la voluntad de recuperarla es firme y que la arquitecta jefe de Barcelona, Maria Buhigas, "está buscando una ubicación y una propuesta factibles", pero acto seguido alerta de que "no será de máximos" y que hay unos cuantos "obstáculos" técnicos y urbanísticos. ¡Ay...! En cualquier caso, la idea es recrear el edificio de madera y que acoja el Museo Nacional de la Educación de Cataluña, promovido por dos sociedades filiales del Institut d'Estudis Catalans (IEC). Rabell no se atreve a poner fechas. Todo indica que en el 2026, cuando Barcelona acoja el Congreso Internacional de la Arquitectura, no habrá Escola del Mar. Habría despertado la admiración de profesionales de todas partes. Otra oportunidad perdida.

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Tanta lentitud exaspera a los impulsores del proyecto, en especial al arquitecto Marc Cuixart, que lleva más de una década luchando y chocando con la decepcionante realidad municipal. Las buenas palabras iniciales de los distintos responsables políticos nunca se han llegado a traducir en acción. Tampoco deja de mostrarse escéptica la directora de la escuela heredera de la Escola del Mar, Teresa Guillaumes, pero no desfallece: "Seguiremos insistiendo, seguiremos trabajando". Sus niños, y nuestra ciudad, lo merecen.

Goday la proyectó en 1920 y, dicho y hecho, en 1922 ya estaba inaugurada. Sólo pasaron dos años. Y eso que no eran precisamente tiempos plácidos: entre 1916 y 1923 hubo nada menos que nueve alcaldes, en medio de una sociedad polarizada marcada por la violencia callejera. En 1920, en un solo mes murieron en Barcelona 49 personas a tiros o por culpa de las bombas. Pero la Escola del Mar se hizo: la utopía pedagógica se abría paso. Antes, en 1914, ya se había realizado la Escuela del Bosque en Montjuïc. La educación estaba en el centro de un proyecto de cambio social. Era una prioridad política. ¿Hoy realmente lo es?

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Ahora la Escola del Mar no se está haciendo. Se habla mucho de ella, eso sí. Y mira que necesitamos más que nunca optimismo educativo. Mirarnos en el espejo del mejor pasado para salir del desconcierto educativo del presente. Pere Vergés, director y factótum de aquella escuela, le entendía como "una república de niños" que, leyendo y dibujando, jugando y haciendo trabajos manuales, en contacto con la naturaleza, con "ocio activo y silencio activo", aprendían a pensar y se iban formando en el intelecto y la sensibilidad. El gran pedagogo Vergés leyó poca pedagogía y se inspiró mucho, en cambio, en Goethe, D'Ors y Maragall. A través de la belleza de la palabra buscaba la belleza del alma.

Todo esto es el legado de la Escola del Mar. Es necesario reconstruirla y proyectarla hacia adelante. Sin más dilaciones. Hagámosla de una vez, por favor.