Educación sexual y pornografía

No podemos exigirle al porno que supla carencias educacionales

Amarna Miller
y Amarna Miller

No estoy descubriendo la pólvora al afirmar que el porno no debe ser usado como educador sexual. Y sin embargo parece ser que, para un preocupante tanto por ciento de la población, el cine X es la única fuente de conocimiento que tienen a mano para entender de qué va todo esto del sexo.

Imaginemos un mundo donde todo el mundo habla de lo maravilloso que es conducir. En los anuncios hacen referencias sutiles a nuestro tiempo delante del volante y nos bombardean con referencias de coches hasta el punto en que estos se convierten en una obsesión central dentro de nuestra sociedad. A la vez, el estigma y la censura nos impiden tratar con naturalidad cualquier tema que tenga que ver con la conducción. Los niños y adolescentes se preguntan qué es eso de lo que todo el mundo habla pero nadie se atreve a manifestar abiertamente.

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En semejante clima, conjeturemos que se estrena la peli de 'Fast & furious', con esas carreras de coches a todo trapo derrapando en mitad de la ciudad. Aquellos individuos desinformados que piensen que saben conducir imitando los trucos que salen en la película lo harán de la peor manera. De forma agresiva, temeraria, y probablemente haciendo daño a alguien. Porque 'Fast & furious' es una obra de ficción, no un manual automovilístico.

El porno no debe ser usado como educador sexual, de la misma manera que no podemos aprender a conducir viendo pelis de coches. Por supuesto, estaría muy bien que el cine X presentase más diversidad (de la misma manera que está bien que no todas las pelis sean comedias, dramas o thrillers), pero no podemos exigirle que supla carencias educacionales. La solución a este dilema pasa por enseñar a los más jóvenes a separar la realidad de la ficción, apostando por una educación sexual de calidad, no culpando al porno de no ser un referente fiable.