El análisis de Antoni Bassas: 'Ahora que ya no están en prisión'
Hoy el independentismo se ha quitado de encima la humillación de tener en prisión a algunos de sus dirigentes políticos. Otras humillaciones continúan, pero no es en base a la maldad del adversario que el independentismo se tendría que sentir fuerte sino en base a la capacidad de construir un proyecto ganador. Y para ello hace falta estrategia y unidad
Son las doce del mediodía. Jordi Cuixart, Jordi Sànchez, Carme Forcadell, Oriol Junqueras, Joaquim Forn, Josep Rull, Raül Romeva, Dolors Bassa y Jordi Turull salen de la prisión donde se han pegado más de tres años y medio y a la que ya no tendrán que volver.
Si por un momento suspendemos el análisis político y nos paramos en aquello más personal, hoy es un gran día. Se ha acabado la privación de libertad de nueve personas, la presidenta del Parlament, seis miembros del Govern de Catalunya y dos líderes civiles, y con el final de la prisión se ha acabado el sufrimiento de los que hasta hoy estaban presos y sus familias. Los indultos no les compensarán el haber sido condenados por delitos que no han cometido, pero son una buena noticia. Y ahora podemos continuar el análisis político.
Seguro que muchos de ustedes han pensado si ya no tiene sentido continuar llevando lazos amarillos. Y quizás muchos de ustedes han pensado que sí que continúa teniendo sentido. Los presos no lo han dicho así, pero también lo piensan.
Porque esta es la primera constatación: Pedro Sánchez ha dado un paso que en España le cuesta ser tildado de traidor, pero que en Catalunya vemos, la inmensa mayoría, como insuficiente. Porque solo hay que leer la argumentación de los indultos para constatar que los nueve eran presos políticos: les devuelven la libertad de movimientos pero mantienen la inhabilitación para cargo público.
Hoy, todos los excarcelados han manifestado su determinación de continuar luchando políticamente por la independencia de Catalunya. Ya veremos cómo. Porque a partir de hoy, el independentismo no es que entre en una nueva etapa (habiendo como hay exiliados, procesados y perseguidos), pero ya no hay presos y estas personas podrán mantener una actividad pública sostenida, y esto obliga a pensar qué pondrá el independentismo sobre la mesa de diálogo y en la calle. Sobre la mesa de diálogo, para convertirla en una mesa de negociación. Y en la calle, porque un político siempre necesita decirle a su adversario “Mira por la ventana y mira cuánta gente tengo detrás”. Y porque el diálogo con el Estado tiene fecha de caducidad: dos años. Y en esto, Esquerra, Junts y la CUP están comprometidos. Y ya hace falta que tengan una estrategia clara, porque el gobierno de Pedro Sánchez la tiene. Miren lo que ha pasado hoy en el Congreso: Miquel Iceta, consciente de que los presos harían discursos a la salida de aquellos que hacen decir a la derecha española “¿Lo ves como lo volverán a hacer?", ha levantado el tono como no lo habíamos oído desde el “Pedro Sánchez, líbranos de Rajoy” y ha marcado una línea roja. "No habrá amnistía, no habrá autodeterminación. Habrá diálogo y política, que es lo que ha faltado en una relación que se ha roto entre españoles y catalanes. Con nosotros España no corre peligro, se cumple la ley en todo el territorio”.
Hay que diseñar una estrategia. Hoy, quien fue presidente, Artur Mas, ha escrito un artículo en ElPaís donde dice que la solución definitiva al conflicto tendría que pasar por un referéndum vinculante, acordado entre el gobierno español y la Generalitat, con dos preguntas: si quieres la independencia o si quieres una mejora del autogobierno. Si gana más autogobierno, se pone en marcha y punto. Si gana la independencia, haría falta el compromiso del estado español de aceptarlo.
Hoy, el independentismo se ha quitado de encima la humillación de tener en prisión a algunos de sus dirigentes políticos. Otras humillaciones continúan, pero no es en base a la maldad del adversario que el independentismo se tendría que sentir fuerte sino en base a la capacidad de construir un proyecto ganador. Y para ello hace falta estrategia y unidad.
Hoy ya no hace falta que recordemos a los nueve presos políticos, como hemos estado haciendo durante más de tres años y medio, pero sí a los exiliados y todo tipo de represaliados. Que tengamos una buena verbena.