Aumento preocupante de los delitos sexuales en Barcelona

BarcelonaLas cifras hechas públicas por los Mossos d'Esquadra este viernes no admiten ninguna duda: los delitos sexuales han crecido un 36% en tan solo un año en la ciudad de Barcelona. Se trata de un aumento muy significativo porque, si bien el conjunto de delitos han crecido un 10%, en el caso de los de carácter sexual se superan incluso las cifras prepandémicas del 2019. Esto quiere decir que no estamos ante ningún efecto estadístico provocado por la pandemia, sino de un aumento sostenido de este tipo de delitos que necesita una respuesta por parte de las autoridades. La primera y más urgente tiene que ser la respuesta policial, puesto que, como el mismo comisario en jefe, Josep Maria Estela, reconoció al ARA, queda mucho camino por recorrer para mejorar la actuación del cuerpo de los Mossos ante este problema.

Tal como también adelantó Estela al ARA, los Mossos iniciarán un plan piloto en la ciudad de Barcelona con la idea de que después se pueda extender a todo Catalunya. La idea es mejorar la colaboración con el ocio nocturno para detectar cualquier agresión o abuso, trabajar codo con codo con los centros de salud que atienden a las víctimas y aumentar la vigilancia en zonas que pueden ser de riesgo, como por ejemplo los trayectos entre las zonas donde están los locales y discotecas y los medios de transporte. Esta mejora de la "inteligencia policial" para perseguir este tipo de delitos es imprescindible, viendo el peso de estos delitos y la alarma social que se genera en casos como el de la violación grupal de una chica de 16 años en Igualada, que quedó, además, muy malherida en un ataque de una gran violencia. La investigación sobre este caso, por cierto, continúa abierta y todavía no ha habido detenciones.

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Los Mossos también darán charlas en las escuelas e institutos para concienciar a los jóvenes sobre la cuestión, después de que desde hace años que se ha detectado un rebrote de los comportamientos machistas y agresivos entre los adolescentes. Pero el tema no puede quedar solo en manos de los Mossos y de una respuesta policial, sino que tiene que involucrar al conjunto de la sociedad. De hecho, se considera que las denuncias que llegan a las comisarías son solo la punta del iceberg del total de agresiones y abusos que se producen. Todavía pesa mucho el estigma de ser víctima y, además, en la mayoría de los casos el agresor es alguien conocido o incluso del ámbito familiar. Las víctimas son muy mayoritariamente chicas.

Una parte del aumento de denuncias, pues, se tiene que atribuir a este aumento de la conciencia de que hay que denunciar, a un proceso de pérdida del miedo que lleva a pensar que callar no es una opción. Aun así, hay que extremar las medidas para asegurar que todo el mundo, pero especialmente las mujeres, pueda ir seguro por la calle, que el ocio nocturno sea un espacio libre de violencias sexistas y que la policía está preparada para actuar cuando las agresiones se producen en el ámbito familiar. Y después tiene que haber una red de protección a la víctima que incluya todas las partes de la cadena, desde el primer agente que le atiende hasta el juez, pasando por médicos, psicólogos, etc. El objetivo tiene que ser que ser mujer no tenga que implicar ser también una heroína simplemente por ejercer tus derechos.