Bajada de tipos
Por fin. Ha tenido que pasar mucho tiempo para que el Banco Central Europeo se decidiera a bajar los tipos de interés. Un exiguo y raquítico cuarto de punto. Si se traslada al Euribor, serán unos sesenta euros menos al mes para la cuota de una hipoteca media. Qué quieren que les diga. La bajada no aliviará mucho los bolsillos de los europeos. Pero bueno, al menos se ha invertido la tendencia y se adivina el gesto. La inflación empieza a estar controlada. La rapidez con la que se ha reducido la inflación indica que los intereses no han sido la causa de la corrección, sino el precio de la energía, así como la regularización de precios de algunas materias primas, semiconductores y otros componentes esenciales de la industria.
Y es que, en economía, no siempre las variables más relevantes son las que mueven los indicadores clave. Llevamos meses con el Euribor en máximos y esta semana hemos sabido que el inmobiliario español ha alcanzado precios récord. En teoría, con las hipotecas más caras, los precios deberían haberse moderado. Pues no. La economía, como disciplina social, es multicausal. Y, de la misma forma que los pisos no han bajado con la subida de las hipotecas, debido a una demanda pujante, falta de oferta y encarecimiento de los materiales de construcción, tampoco los precios se han moderado gracias al BCE.
Pero quien no se consuela es porque no quiere. La sensación del BCE tiene que ser la de estar dominando la nave, de gobernar el rumbo de los precios de la Unión gracias a su política monetaria. Nos lleva el oleaje, pero el capitán se siente seguro. A veces los pasajeros necesitan más la calma del primero de a bordo que la del mar.
La bajada de tipos estaba cantada, incluso descontada por los mercados. Claro que también están las elecciones de este domingo, con los populismos de derechas revueltos y ganando enteros. Había también que calmar los ánimos, demostrar al electorado que la política moderada es aquella que hace lo que se espera. El BCE ha hecho los deberes. Esperemos que siga así. La economía requiere crecer, y eso es ahora más importante que una inflación que habría bajado igualmente sin subida de tipos.