Un billón para gasto militar

Bueno, en realidad, Von der Leyen comunicó ochocientos mil millones de euros. Pero, qué quieren que les diga. A tal nivel de ceros, ya casi da lo mismo. Estamos en una era en la que se hablan de miles de millones de euros como quien hablaba, en aquellos tiempos, de pesetas. Que parece que el dinero lo regalan, oiga.

Hay un viejo dicho que reza así: “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”. Lo que pasa es que, en nuestro caso particular, ya estamos en guerra. Lo está Ucrania, pero es como si lo estuviésemos ya los europeos. No nos caen (todavía) bombas, pero como rebasemos alguna línea que los rusos consideren Rusia y nosotros Ucrania, se armará la de San Quintín. Porque entonces dirán que ya no estamos defendiendo, sino que estamos invadiendo.

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Yo creo que esta guerra solo interesa a los gobernantes. Bueno, como en la mayoría de las guerras. Lo que pasa es que antes la gente no disponía de redes sociales. Pero quiero creer que, si la cosa se complica, rusos y europeos, ahora me refiero a la gente de a pie, dirán: “oiga, a pegar tiros vayan ustedes, que nosotros lo que queremos es vivir en paz y seguir teniendo hijos, y trabajando en este mundo global que, según nos aseguraron, ya no tenían fronteras”.

Eso sí que sería histórico. Recuerdo una película donde dos países, en lugar de matarse a tiros, deciden decidir quién es el vencedor con una partida de ajedrez. La idea sería que, ni eso siquiera, que dijésemos todos: “que no, que no nos interesa, que no vamos”. Pero no podrá ser porque si en Rusia dices eso, te liquidan. Y si los rusos van al frente, pues habremos de ir todos a plantarles cara.

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Así que, vale, vamos a dedicar un billón de euros a armas, satélites, bombas, aviones, militares, cabezas nucleares, drones y lo que sea preciso. Eso sí, no nos digan que esta deuda no cuenta. No la contarán ustedes para fijar multas a los estados miembro, mandatarios europeos, pero les aseguro que nosotros tendremos que devolverlas. Y que pasarán a nuestros hijos. Y que los intereses de tal deuda van en detrimento del gasto social. Es decir, sanidad y educación, igualdad, desarrollo. Todo aquello que las guerras destruyen.

La creación de dinero no es gratuita. Y la creación desbocada de dinero es el principio del fin de todos los imperios. Así que yo no sé si en lo que estamos es en un principio del fin.

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Se lo dice un optimista redomado. Los días están grises últimamente. Hacía falta agua, pero tanta lluvia pone triste.