Contra el cambio climático: ciencia y universidades

"¡Ojalá te toque vivir tiempos interesantes!" Esta maldición oriental pone de manifiesto que la vida plácida es más aburrida, pero resulta más deseable que los momentos de grandes épicas destinadas a responder a grandes dificultades, también hay quien encuentra en las grandes dificultades la inspiración para imaginar soluciones innovadoras. nuestros deseos, el cambio climático es una amenaza que se acerca peligrosamente, altera nuestro entorno y compromete nuestras formas de vida. Vivimos tiempos interesantes.

La revolución industrial catapultó al mundo a dos siglos de progreso material sin precedentes, por la aceleración del conocimiento científico del mundo, el progreso tecnológico actual, incomprensible incluso para el más educado de los ilustrados del s. XVIII, y un crecimiento humano vertiginoso asentado en los progresos de la medicina, la higiene y la disponibilidad de alimentos. Sin embargo, todo ello nutrido por el consumo en tres siglos de energía acumulada a lo largo de millones de años en forma de carbón, gas natural y petróleo, que al quemarlos liberan CO₂. El químico Svante Arrhenius ya describió en 1896 que este gas deja entrar la luz visible en la atmósfera, pero retiene la salida de radiación IR (calor) y promueve así el calentamiento interno, como el vidrio en los invernaderos de las metrópolis donde se cultivaban plantas que los exploradores llevaban de las zonas tropicales.

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Sin el efecto invernadero, estaríamos helados y no podríamos vivir en la Tierra, pero los efectos del incremento de CO₂ proveniente de los combustibles fósiles se hicieron ya perceptibles a mediados del siglo XX. En 1977, informes internos de la petrolera Exxon predecían la evolución del CO₂ a la atmósfera y el incremento de la temperatura media de estos últimos 40 años. Tan turbador resultado para su negocio fue escondido, pero hoy, ya públicos esos papeles, se ha demostrado su extraordinaria precisión. ¿Podríamos haber empezado antes a preocuparnos? Sin duda. Pero no fue hasta 1988 cuando la Asamblea General de la ONU constituyó el IPCC, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, que no ha parado de emitir informes cada vez más preocupantes sobre el futuro del clima y la actividad humana que origina su cambio.

Son muchos los efectos del cambio. Un mar más caliente aporta mayor vapor de agua y hace la atmósfera inestable con vientos y lluvias de intensidad y distribución más incierta en tiempo y espacio, y temporales devastadores más frecuentes. Sequías prolongadas llevan desertización e incendios forestales de magnitudes desconocidas. La erosión estropea los suelos y compromete la producción de alimentos. Más CO₂ disuelto en los océanos les acidifica y altera los ecosistemas marinos y la pesca. La fusión de grandes masas de hielo continental puede alterar los cursos marinos y cambiar el clima benigno del norte de Europa por uno mucho más frío. La subida del nivel del mar puede hacer desaparecer a comunidades humanas de las áreas más pobladas, los litorales. Temperaturas más altas en latitudes y altitudes superiores pueden causar alteraciones irreversibles en la flora, que no tendrá tiempo de adaptarse a ellas. Demasiados efectos negativos y demasiado visibles, ya, aunque incipientes, para girar la vista hacia otro lado.

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En las universidades públicas catalanas, asociadas a la ACUP, gente de ciencia estudia estos fenómenos con investigadores de todo el mundo y los profesores transmiten sus conocimientos y sentido crítico a los estudiantes en este ámbito. Tenemos mucho que decir y pedimos a los poderes públicos coraje para pensar a largo plazo y utilizar los diagnósticos, el saber técnico y los cuidados análisis existentes respecto a los impactos del cambio climático sobre el medio físico, los sistemas naturales y la población humana, a fin de reconducir esta situación.

El cambio climático no espera. El planeta tiene millones de años para regenerarse, como ha hecho tantas veces en su historia geológica. La vida seguirá, porque el pasado nos demuestra que la resiliencia frente a dificultades extremas es una característica del conjunto de los seres vivos. Pero también hay que ser conscientes de que los humanos, entre otras especies, seremos afectados por un cambio tan rápido que quizá no deje margen porque nos adaptamos biológicamente. En el pasado, la Tierra ha sufrido al menos cinco extinciones masivas, y podemos imaginarnos a los supervivientes transitando por largos períodos de gran dificultad antes de adaptarse a las nuevas condiciones.

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Es por eso que ahora, pensando en las generaciones futuras, debemos dar los pasos para dar a la Humanidad la oportunidad de sobrevivir y, con la lección aprendida y liberados de los errores de nuestros tiempos, encauzar un futuro más prometedor.