El catalán de los ilustres diputados

Hemiciclo del Parlamento de Cataluña
06/02/2025
Periodista
1 min
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El Parlament dará clases individuales de catalán a los diputados que las pidan, a partir de sus propios discursos y errores. Es una buena idea por razones obvias, aunque tiene algunos límites que todos hemos experimentado estudiando el catalán: es relativamente fácil corregir barbarismos y no decir más cuando se trata de cambiar una palabra incorrecta por la correcta. Y sin embargo, hay palabras que se nos atragantan ya la hora de la verdad repetimos el error (hablo por experiencia: en el listado de faltas que yo recibía regularmente en Catalunya Ràdio había palabras y construcciones que no conseguía sacarme de encima).

Pero cuando nos adentramos en el genio de lengua (los pronombres débiles, pongamos por caso), hay que pensar en catalán y escapar del automatismo del atajo de la traducción automática del castellano que impera sobre tantos catalanohablantes, diputados incluidos. Y, por supuesto, si se trata de tener un vocabulario rico, empezar por leer libros, hacer crucigramas o escuchar programas y música en catalán, que las clases, ellas solas, no harán ningún milagro.

Sin embargo, en un diputado la mejora de la lengua es una condición necesaria pero insuficiente. En Estados Unidos dicen que primero ganas el debate y después ganas el voto. Un político hablando en público debe interesar, y agradar tanto como sea posible. Y esto pide una mezcla de aptitudes y actitudes que pasan, primero, por saber qué quieres decir, y después cómo quieres decirlo. Y para saber qué quieres decir debes tener pensamiento propio, interés sincero, vida propia, cultura, mundo. Por eso un político pegado al papel es tan anticlimático, aunque hable una lengua.

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