El catalán y el turismo

La Obra Cultural Balear (OCB) ha presentado un documento que, bajo el título Por la sostenibilidad lingüística y cultural, propone una cincuentena de medidas para contrarrestar los efectos negativos del turismo de masas sobre la lengua catalana, propia de Baleares Se trata de una propuesta que la OCB hace al Pacto para la Sostenibilidad que la presidenta Prohens presentó con mucha pompa el pasado mes de junio. Un foro social que, según el Govern Balear, debe servir para encontrar vías “sostenibles” de encauzar el modelo económico, social y ambiental de estas Islas. A día de hoy, el Pacto para la Sostenibilidad no ha presentado ningún informe ni medida, pero sí hemos pasado un verano en compañía de dieciocho millones de turistas.

En cualquier caso, como decíamos, este Pacto para la Sostenibilidad quiere tener una mirada amplia, y participan en él entidades y organizaciones de la sociedad isleña. Curiosamente se hacía notar un olvido: además de los ámbitos económico, social y ambiental, faltaba el lingüístico. Y faltaba invitar a la entidad más representativa en este ámbito, la OCB. Esto conllevó protestas de los partidos de la oposición, y finalmente la OCB fue invitada, con cierta desgana gubernamental, a unirse al Pacto.

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Su aportación es ese documento, interesante e importante. Como explica el presidente de la OCB, Toni Llabrés, entrevistado por Maria Llull en elAhora Baleares, “el turismo sin límites comporta movimientos demográficos fuera de toda proporción [...]. El índice de personas que tienen el catalán como lengua inicial ha descendido en las últimas décadas, aunque existe una transmisión intergeneracional robusta. La comunidad de hablantes se mantiene, pero con un crecimiento demográfico tan grande se empequeñece porcentualmente. Además, no hemos sido capaces de integrar lingüística y culturalmente el alud que nos viene de fuera”. Sería absurdo, en efecto, separar el turismo de la inmigración y el cambio demográfico vivido por Baleares en los últimos veinte años. Llabrés define la sostenibilidad lingüística y cultural de esta forma: “Que la lengua propia del país tenga garantizado un uso normal y en plenitud en todos los ámbitos comunicativos. Que siga siendo una lengua viva y usada y no se convierta en una lengua familiar, de la tribu”. Para ello, la propuesta de la OCB presenta cincuenta medidas, que van desde dedicar un 5% del dinero recaudado con la tasa turística a financiar proyectos de fomento de la lengua catalana hasta una regulación efectiva del uso del catalán en los establecimientos de restauración, pasando por garantizar la formación de los recién llegados en el conocimiento de la lengua o asegurar el uso del catalán en los grandes eventos deportivos y culturales.

Bien motivadas y explicadas, las cincuenta medidas dan respuesta a cuestiones básicas para hacer posible la vitalidad y la pervivencia de una lengua minorizada en un contexto de turismo de masas. Lejos de victimismos y aspavientos, son una buena invitación a ponerse a trabajar y son de utilidad e interés evidentes, también, para la Comunidad Valenciana y Cataluña.

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