Renovables sí, con diálogo
"Renovables sí, pero no así" es el nuevo grito de protesta frente a la instalación de una central fotovoltaica o eólica. La frase ha hecho fortuna entre grupos y personas ecologistas que toda la vida se han manifestado contra las centrales nucleares, el carbón y el petróleo, y ahora se ponen de la esquina del rechazo inicial y, por no caer en una flagrante contradicción, introducen un matiz adversativo. ¿Cuál? ¿Qué significa este "pero no así?" Depende: puede querer decir que "ante mi ventana, no", o "en este paisaje que hemos preservado para el turismo o para el medio natural, no", o "si de la electricidad que saldrá no se puede beneficiar mi pueblo, no".
En las mesas redondas organizadas por el ARA y el Clúster de la Energía Eficiente de Catalunya, las empresas catalanas promotoras de nuevas instalaciones de renovables coincidieron en el mismo: el diálogo con los ayuntamientos y los vecinos está siendo útil para aclarar conceptos y rebajar tensiones y miedos. Por ejemplo: una instalación de renovables puede desmontarse, llegado el caso. Ve a desmontar un pantano. El diálogo, en el caso de Catalunya, más que útil es imprescindible: somos un país con un litoral y prelitoral muy densos, donde no sobra el espacio para instalaciones fotovoltaicas, y además con pocas comarcas donde sople el viento suficiente para que salga a cuenta instalar molinos.
No olvidemos que sólo un 15% de la electricidad que consumimos en Catalunya proviene de las renovables, y el objetivo es llegar al 50% en 2030. Y tampoco olvidemos que las centrales nucleares irán cerrando hasta 2035. ¿Cómo lo hacemos para ser limpios y competitivos? Y, sobre todo, ¿cómo lo hacemos para no comprar las mentiras de Trump y sus imitadores europeos, que están en contra de las renovables por razones fósiles?
