Cataluña y el modelo fiscal europeo
Llamemos a las cosas por su nombre. Lo que se está dirimiendo en este nuevo proceso que solo acaba de empezar no es el modelo territorial de España. Es el modelo fiscal.
El modelo territorial está definido. España es un estado, formado por distintas federaciones, al igual que Estados Unidos o Alemania. La historia de Europa desde la Edad Media ha consistido en una unión de estados fragmentados, que ha tenido lugar como resultado de los avances sociales y tecnológicos de los últimos cinco siglos. En su día, las ciudades estado no eran capaces de sustentar las inversiones y costes tecnológicos de los distintos avances de la Humanidad. Y surgieron los primeros reinos. Los reyes y las monarquías no fueron más que la fórmula del momento para aglutinar recursos, fuerzas y personas y, de este modo, hacer posible el crecimiento que la ciencia y la tecnología permitían. Y por poder, claro. El poder siempre está ahí, de trasfondo.
La siguiente fase la trajo la Revolución Francesa, que puso en el centro de las monarquías absolutistas los derechos individuales. Repúblicas y monarquías parlamentarias sirvieron para ampliar los reinos de Europa y ampliar el tamaño de los países. Lo que forzó esto, una vez más, fue la tecnología y la economía. En realidad, los sistemas políticos son consecuencia de los avances sociales y científicos, y no al revés.
En esta era, los estados europeos decidieron unirse en forma de Unión Europea, que no es un estado, pero que acabará siéndolo. Tenemos ya solo un banco central, una sola divisa y falta una armonización fiscal, así como trasladar el poder del gasto público desde los estados miembro a los órganos de poder de la Unión Europea. No sé si nosotros lo veremos. O nuestros hijos. Pero eso llegará.
¿Qué es España en medio de todo esto? ¿Y Catalunya? Ambas son dos escalones más. Simplemente. Como las muñecas rusas, las cosas se administran por tamaño. Una empresa global tiene un presupuesto por país (subsidiaria) y otro por departamento (dentro de cada país). La territorialidad es algo anacrónico. Ya pertenece a otro tiempo. El territorio va a ser uno. Economía y política de bloques. Un mundo interconectado y global no acepta otra modelo. Lo que hay que corregir no es otra cosa que el modelo fiscal. Y hay que federalizarlo, preparándolo para lo que vendrá. Un gran estado, Europa, formado, a su vez, por estados, divididos en federaciones.
Es simple de definir. Gastos propios y gastos comunes con un criterio homogéneo de reparto, sea habitantes o PIB. Y ya.